Koldo y compañía
Todo eso fue posible gracias a una especie de salvoconducto: ser amigo de Koldo García
Al ministro Ángel Víctor Torres le tocó la Lotería cuando la comparecencia en el Senado por las compras de material sanitario se produjo en el ... mes de junio. Y fue así por dos motivos: en aquel momento no se había confeccionado el informe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil remitido esta misma semana al juez instructor del caso Koldo y, por otra parte, porque los diputados de la oposición no tuvieron su mejor y demostraron que apenas se habían estudiado lo ocurrido en pandemia, sobre todo en lo relativo a esos cuatro millones de euros entregados por el Servicio Canario de la Salud a una empresa de compraventa de coches a cambio de unas mascarillas que nunca vimos, como tampoco sabemos nada de dónde está el dinero.
Si la comparecencia de Torres fuera hoy, seguramente sería otro el cantar del gallo. El informe de la UCO revela, sobre todo, que si llamaba Koldo García, se ponía firme todo el mundo en el PSOE, empezando por el secretario general del partido en las islas. Vale que era el asesor personal del todopoderoso ministro y secretario de Organización federal del PSOE, pero no es menos cierto que sus conocimientos en materia de mascarillas, pruebas PCR o cualquier otro material sanitario eran nulos.
Por si eso fuera poco, también vamos sabiendo que Koldo hacía llegar el teléfono del entonces presidente a empresarios que casi nadie conocía e igualmente se abrían las puertas. Empresarios que, como señala la investigación, se estaban haciendo de oro -supuestamente- a costa de la urgente necesidad de lograr material para salvar vidas.
Pero no solo es que llamasen por teléfono directamente y se les atendiera; es que se daban un salto a las islas y conseguían, por lo que vamos sabiendo, una cita presidencial también sin mayores dificultades. Todo eso fue posible gracias a una especie de salvoconducto: ser amigo de Koldo García, lugarteniente de Ábalos. De aquellos polvos, los lodos que van saliendo y los que seguramente quedan por aparecer.
¿Se puede explicar lo ocurrido y esas facilidades políticas para que se abrieran puertas y se consiguieran contratos sin garantía de que lo que se vendía era a un precio justo y con la calidad prometida? Cada día que pasa es más complicado, pero también cada día que pasa sin una comparecencia en condiciones, armado de documentos, con respuestas a las preguntas que se pueden y deben hacer es uno más en que la sospecha va creciendo. Lenta pero inexorablemente.
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