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El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria se embarcó en un proyecto para el Guiniguada que, a las primeras de cambio, se ha visto ... envuelto en la polémica. Fue una de las propuestas estrella de la candidatura que lideró Carolina Darias, hoy alcaldesa, y ahora está en fase de exposición para que la ciudadanía participe votando el proyecto que más le guste. Eso sí, quizás falta una opción en la votación:la del rechazo al concurso de ideas.
Admito de entrada que me incluyo entre los que no tienen claro si es mejor destapar el barranco, quitar el asfalto y recuperar la estampa inicial, o mantenerlo como vial de comunicación de gran importancia (es lo que dice el Gobierno de Canarias). Razones para lo uno y para lo otro hay de sobra: como amante de dar paseos, me gustaría cruzar el barranco sin necesidad de esperar a que el semáforo se pusiera en verde para los peatones y verlo sin coches subiendo y bajando, con el añadido de los que utilizan el arcén como aparcamiento. Y como conductor, en una ciudad habitualmente atascada como es la capital grancanaria, se agradece que haya más de un corredor al que acudir en caso de colapso. También digo que los espacios verdes y las zonas abiertas son geniales, pero siempre que haya garantía de que no acaben convertidas en un estercolero. No hay más que mirar algunos tramos del Guiniguada barranco arriba para entenderlo, por no hablar del error, inmenso error, que se cometió en La Puntilla el día que alguien entendió que aquella inmensa explanada sobre el aparcamiento iba a convertirse en lugar de esparcimiento ciudadano.
Lo que sí tengo claro es que antes de embarcarse en el proyecto del Guiniguada, el Ayuntamiento debería poner toda la carne en el asador de la finalización del proyecto de la MetroGuagua. Sobre todo porque no se le ha hincado el diente al tramo más complejo y sin el que todo el trazado carece de sentido:aquel que obliga a ganar espacio al mar. Cuando ese tramo se haga la realidad y la MetroGuagua circule, entonces podremos calibrar no solo si el proyecto era el que precisaba la ciudad, sino también si se puede prescindir o no de los carriles del Guiniguada.
Con la MetroGuagua pendiente de acabar y sin fecha para ello, y con el proyecto del Guiniguada envuelto en la contestación de un segmento importante de la ciudadanía, lo que tenemos es una ciudad a medio hacer. Y estando y como se está ya casi en el ecuador del mandato municipal, quizás lo que tocaba era priorizar y no poner más calderos al fuego.
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