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Leo las crónicas sobre la exposición en torno al esperpento que organiza el Museo Reina Sofía, en Madrid, y ardo en deseos de coger hoy ... mismo el avión para plantarme allí. Dicen que es una de las exposiciones más recomendables de lo que resta de este 2024 y seguramente de 2025 en este país y eso que no incluye un espejo que muestre la imagen de esta España del siglo XXI. La España de hoy, la del Congreso, la del Senado, la de las comunidades autónomas, la de algunas tertulias radiofónicas y muchas de las televisivas, la de la realidad de un país que abandera el crecimiento económico en términos estadísticos al mismo tiempo que se acrecienta la brecha social, la de una España donde tener un trabajo ya no es sinónimo de poder independizarse o emanciparse...
La exposición gira en torno al arte y el concepto de esperpento que apadrinó en España el escritor Ramón María del Valle-Inclán, un concepto literario que deformaba «la realidad acentuando sus rasgos grotescos». Así lo señala la Real Academia en su referencia a la palabra 'esperpento', para luego incluir este otro significado: «Persona, cosa o situación grotescas o estrafalarias».
Creo que no tuvo su mejor día la Real Academia con la definición relativa a Valle-Inclán pero me quedo sobre todo con que vivimos un país que, un siglo después de Valle-Inclán- ha normalizado el esperpento. Solo así se entienden episodios como el de rey emérito (o demérito...) que dice que quiere publicar sus memorias para que no le roben el relato, al tiempo que nos vamos enterando que hubo un presunto chantaje pagado generosamente y que en sus conversaciones de intimidad desvelaba cuestiones que todavía hoy siguen clasificadas como secretos de Estado.
Y esperpento es una sesión parlamentaria en la que unos piden que se hable de una cuestión de Estado como la crisis migratoria y esos mismos dedican buena parte de su tiempo a otro asunto, que tiene su relevancia (nadie lo discute), pero es que el primero iba de cómo salvar vidas y cómo garantizar el cumplimiento de derechos fundamentales.
En 'Luces de bohemia', Valle-Inclán sacó a pasear por la noche madrileña a Max Estrella y Latino de Hispalis, que retrataban la España de entonces como quien se mira en un espejo deformante. Creo que la pareja sigue de paseo por este país pero ya no hacen falta un espejo cóncavo o convexo para retratar el país. España es ya un esperpento y, por eso, razón de más para refugiarse en una exposición de arte.
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