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Generaciones enteras se enamoraron de Concha Velasco, cosa que no es fácil, pues en el mundo de la escena hay intérpretes que saben perfectamente que la fecha de caducidad llega demasiado pronto. Más aún en el caso de las mujeres, que, por desgracia, sufren ese estereotipo machista que supone la pérdida de papeles desde el momento en que alguien se atreve a decir:«Es que ya está algo mayor».
Los hubo que se enamoraron de la Concha Velasco juvenil y pizpireta de consiguió que de 'Las chicas de la Cruz Roja' la mayoría solo se acuerde de ella, la misma que se consagró como 'chica yeyé' o que, en un registro musical muy diferente, se zampaba literalmente a Vicente Parra en 'La verbena de la paloma' (ella interpretaba a Susana, pero ¿alguien recuerda quién hacía de Casta? Eso lo dice todo).
Pero también están los que bebieron los vientos por la Concha Velasco de la Transición, donde fue una de las caras del cine de la llamada 'Tercera Vía' apadrinada por el productor José Luis Dibildos. Allí, con los entonces jóvenes Olea, García Sánchez dejó papeles donde la vis cómica quedaba en segundo plano ante la carga dramática, ya fuera en 'Pim pam pum, fuego', 'El love feroz' (una de mis favoritas) o la galdosiana 'Tormento'. Fueron los años en que el tardofranquismo casi muere de atragantamiento al ver cómo la Velasco que consideraban 'del régimen' se ponía al frente de la histórica huelga de actores de 1975. Contemplar cómo ella se convertía en imagen de aquella protesta junto a Juan Diego la convirtió, de paso, en una de las musas de la incipiente democracia, compartiendo espacio en ese altar con Fiorella Faltoyano y Mónica Randall.
Después están los que se enamoraron de la Velasco convertida en Teresa de Jesús gracias a la serie de Josefina Molina. No la Santa Teresa del nacionalcatolicismo de Juan de Orduña, sino la Teresa mujer atormentada y gozosa al mismo tiempo por tanta fe. Como también sedujo en la escena a una generación con 'Yo me bajo en la próxima ¿y usted?' con José Sacristán, quizás el único de los grandes de esa generación que van quedando.
En el momento del adiós, toca pasar por alto episodios bastante menos gloriosos, como su paseo por algunos platós para contar penas familiares seguramente porque había que llegar a fin de mes, así como algunas películas, series y obras de teatro literalmente lamentables (la que escribió su hijo para su despedida en las tablas era de juzgado de guardia).
Se fue la mujer del pelo alborotado y las medias de color. Descanse en paz.
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