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Dinámica parlamentariaEl presidente del Gobierno de España no estuvo este martes en la sesión de control al Ejecutivo que se celebró en el Senado. En su lugar, los ministros se encontraron con preguntas sobre el llamado caso Koldo que los partidos políticos habrían deseado que contestase ... el propio Pedro Sánchez pero el hombre, tras presidir el Consejo de Ministros, cogió el avión y se fue a Sudamérica.
La falta de sincronía entre el Gobierno y el Parlamento empieza a ser preocupante y, desde luego, no invita a acrecentar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones democráticas. Más bien, lo contrario.
Aunque el mecanismo de las preguntas y respuestas en las sesiones de control se da más al espectáculo en las teles y las redes sociales que el debate sosegado, es sano y necesario que el Gobierno sienta el aliento fiscalizador de la oposición. El día que eso se pierda, la calidad democrática se irá por el sumidero. Dicho eso, también sería de agradecer que los partidos que apoyan al Gobierno -al actual y a los precedentes- se ahorren, y nos ahorren a todos, esas supuestas preguntas que no son otra cosa que una alfombra roja para que el ministro afín se luzca y pueda presumir de lo bien que lo hace. Todo Gobierno cuenta con el Boletín Oficial del Estado como el escaparate de su gestión, de manera que es innecesario ese lisonjeo.
También deberían los parlamentos, incluido el canario, revisar sus tiempos y sus procedimientos. Ahora, por ejemplo, tenemos una petición de comisión de investigación en Canarias sobre las compras sanitarias en la pandemia que apadrinan Coalición Canaria y el Partido Popular. La iniciativa saldrá adelante sin mayores problemas y es incontestable la necesidad de la misma y la urgencia de que se ponga a trabajar.
Pues bien: habrá que esperar unas semanas hasta que se celebre el pleno que vote la constitución de la misma, para luego formalizar la composición de la comisión, para que después sus señorías propongan un calendario de trabajo, para que, ¡oh milagro!, empiecen a sentarse a trabajar... Pasarán los meses y estarán mirando papeles.
Son las cosas que desaniman y que, sobre todo, dan pábulo al descrédito y a los discursos que cuestionan el trabajo de los parlamentarios, que los presentan como integrantes de una casta preocupados solo de la nómina y que anteponen la consigna del jefe de grupo sobre el criterio propio. Pero cada uno tiene la fama que se labra solito.
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