21 días
Tres semanas exactas. 21 días. 505 horas. 30.240 minutos. Es el tiempo transcurrido desde que en Madrid, en la sede del Gobierno canario, junto ... al Congreso de los Diputados, se vieron las caras el presidente Fernando Clavijo, el portavoz del PP en la Cámara, Miguel Tellado, y el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres.
Fue una cita pedida, según hemos sabido ahora, por el jefe del Ejecutivo canario, que estaba empeñado en sacar adelante un acuerdo que permitiera desbloquear la negativa de las comunidades autónomas peninsulares a echar una mano (pero de verdad, y no de boquilla) a aquellas que vivieran una situación de colapso en su capacidad de acogida de menores migrantes no acompañados. Había fracasado previamente la proposición de ley en ese sentido presentada en el Congreso, un fracaso que tenía tres padres: Junts (conviene tenerlo presente, porque se suponía que la amnistía era que volvieran a asumir el sentido de Estado), Vox (del que no cabe esperar que eche una mano en la cuestión migratoria) y el Partido Popular.
Pese a ese fiasco, había señales de humo de uno y otro lado indicando que todos querían resolverlo y recuperar los puentes aparentemente dinamitados en la primera votación. De la reunión del 12 de agosto salieron con avances y entraron como también habían llegado a la misma: con el compromiso de confidencialidad, algo que pidió expresamente el ministro Torres.
Sigue siendo un misterio digno de Iker Jiménez por qué Sebastián Franquis, que teóricamente no mueve un hilo sin consentimiento de Torres, desveló el encuentro en el marco de la reunión del pacto migratorio convocada el pasado lunes por Fernando Clavijo. Pero tampoco es un secreto que Franquis se gobierna solo y que no es la primera vez que hace algo asumiendo que su jefe de partido va a quedar mal parado o que costará explicar la decisión tomada (véase, por ejemplo, la censura en Guía y mejor ya ni remontarnos a su defensa numantina de Conrado Domínguez).
Entre aquel 12 de agosto y el pasado lunes pasó tiempo más que de sobra para que se movieran los resortes del consenso. Andaba Pedro Sánchez por Lanzarote y ya sabemos que disfrutó del descanso mientras en las costas africanas se preparaban los cayucos y pateras. ¿Tanto costaba haber descolgado el teléfono, llamar a Alberto Núñez Feijóo y pasar de las palabras a los hechos?
Seguimos esperando respuestas. Y creo que no llegarán.
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