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No siendo devorador de series televisivas, de vez en cuando tropiezo con alguna que consigue atraparme. Y siendo un clásico como admito que soy, mantengo ... aquello de que los capítulos no se hicieron para ser contemplados de una sentada, de manera que, como máximo, los dosifico a razón de uno al día. Es lo que tiene cumplir años y quedarse anclado en aquellos tiempos en que había que esperar siete días entre cada capítulo para ver cómo avanzaba la trama, salvo en las series de 'tropecientas' entregas diseñadas para una ración diaria.
Mi último tropiezo ha sido 'Crimen', que se puede ver en Movistar. Llegué por casualidad a la primera temporada, sin haber leído las novelas de Irvine Welsh que fundamentan el guion y acabo de terminar la segunda temporada, que se puede ver con independencia de la primera pero que se entiende mejor si se ha pasado primero por aquella.
Welsh adquirió fama mundial con su novela 'Trainspotting', llevada al cine igualmente con una repercusión planetaria. En la serie 'Crimen' participa en los guiones de las dos temporadas y de nuevo coloca al espectador ante el lado menos amable de la vida. Eso sí, no inventa nada y se nota que tampoco se lo propuso:es una historia de policías bastante clásica, en la que se busca a un asesino y, de paso, se ofrece un retrato de los personajes, empezando por el investigador, y del entorno que lo rodea.
Una ciudad tan turística y coqueta como Edimburgo también tiene su revés y eso es lo que retrata 'Crimen', donde la negrura del alma lo empapa todo: desde un policía que lucha contra su pasado hasta la crueldad de los asesinos a los que persigue y la idotez de algunos personajes que pululan alrededor y que ayudan a interpretar por qué el primero y el segundo son lo que ve el espectador.
No es habitual que una segunda temporada mejore la primera. En este caso sí. Sobre todo, se gana en entretenimiento y en la riqueza de esos secundarios, incluyendo pasajes que ponen una nota de humor que hace más llevadera la carga dramática e incluso desagradable de lo que se está contando. Hay giros de guion -alguno, eso sí, poco creíble- pero que obligan a mantener el visionado de la serie, que es lo que siempre se busca.
Seguro que ahora más de un turista, al visitar Edimburgo, asocia ya ciertos lugares con pasajes de las dos temporadas... y se distancia de otros porque le recuerdan pasajes tortuosos de la historia. Más no se puede pedir.
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