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Con el ruido (nunca mejor dicho) de Eurovisión y la tensión hasta el final con el recuento de las elecciones catalanas, se quedó en el ... tintero que el fin de semana perdimos al productor, mentor, director y distribuidor de cine Roger Corman. Y están elegidas a conciencia las diferentes profesiones y el orden de las mismas.
Corman fue director y dejó alguna buena pero, sobre todo, fue productor y promotor de nuevos talentos. Habrá quien diga que simplemente buscaba a becarios a los que explotar, pero incluso si así hubiese sido, hay que reconocerle el buen ojo. Porque bajo su manto protector salieron directores como Coppola, Scorsese, Jonathan Demme, Peter Bogdanovich e incluso Ron Howard. Y algunos de ellos reconocieron la deuda contraída con él regalándole breves interpretaciones en algunas de sus películas, a modo de cameos. Es por ello que uno puede entretenerse volviendo a ver, por ejemplo, 'El padrino II' y 'El silencio de los corderos' para encontrar esas fugaces apariciones de Corman con un par de frases y poco más.
En las enciclopedias aparece su cine con la etiqueta de 'serie b'. Se refieren los historiadores y críticos a que las suyas fueron películas -tanto las dirigidas como las producidas- de muy bajo coste, con tiempos muy reducidos de rodaje -eso es clave en Estados Unidos, donde cada minuto está tasado entre las productoras y los diferentes sindicatos- y con unos argumentos que buscaban la taquilla fácil. Es por ello que se prodigó el hombre en la acción, incluso la violencia gratuita, el sexo, las drogas, algunas cuestiones sociales y cierto tono reivindicativo pero sin excederse.
Después está el idilio de Corman con Edgar Allan Poe, que es el capítulo con el que me quedo. Llevó al cine, ya como director, un puñado de relatos de terror y misterio y lo hizo también con escaso presupuesto pero con sello de autor, una puesta en escena y una tonalidad cromáticas que parecían más bien europeas. Recuperó ahí a Vincent Price y algunos 'jubilados' más del cine y acabó creando un sello muy personal, reconocible en otros autores que vinieron después y cita obligada para todo el que quiera acercarse de nuevo a los textos de Poe y ponerlos en pantalla.
Si hubiese nacido cuatro décadas después, intuyo que Corman sería ahora millonario haciendo series y películas para las plataformas audiovisuales, sonde la producción barata y sin mucha exigencia se cotiza al alza. Pero cada uno es hijo de su tiempo.
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