Bravo de Laguna
Nadie puede discutir la capacidad del expresidente del Cabildo de brega por la isla
El Cabildo de Gran Canaria vivió ayer una sesión de despedidas: llega el final de la legislatura y algunos consejeros no volverán a sentarse en ... el salón. Unos porque no serán elegidos, pese a presentarse, otros porque se retiran de la vida política y también están los que cambian de plaza política, de manera que dejan el Cabildo para incorporarse a candidaturas a otras corporaciones locales o al Parlamento regional. Por supuesto, están los que volverán a batallar en las urnas por seguir como consejeros insulares y, dentro de estos, los que cambian de lista, algo que no es un pecado pero por eso mismo no debe haber pudor en explicarlo.
Entre los que dejan el Cabildo para ir a la vida municipal se encuentra José Miguel Bravo de Laguna. El que fuera presidente cabildicio y fundador de Unidos por Gran Canaria se despidió ayer de sus compañeros de pleno, un adiós supongo que cargado de emoción para él, pero como es veterano en esto de la política, seguro que ya había digerido el mal trago. A lo que se une el hecho de que está sobradamente curtido en eso de asumir que la política es una carrera de fondo, donde una sveces las cosas salen bien y en otras no tanto. Y donde los que arriesgan, pero con los pies en la tierra, son los que pueden cosechar éxitos. Como ha sido su caso.
Se podrá estar de acuerdo con las ideas de Bravo de Laguna, pero creo que nadie puede discutirle la capacidad de brega por la isla de Gran Canaria. Y eso que ha tenido que soportar más de un reproche por aquellos que le echaron en cara haber hecho seguidismo de partidos que no siempre entendieron el hecho diferencial grancanario, a lo que se une su condición de padre, en gran medida, del sistema electoral de la triple paridad. Pero es que, como él mismo subraya, ningún sistema electoral es perfecto, con el añadido de que tampoco sería tan malo cuando, tras 40 años de autonomía, es incuestionable que Canarias ha progresado.
No debe quedarse en el tintero aquel acierto en su mandato presidencial de incrustar las competencias turísticas en el área presidencial. Si somos islas turística, si nuestra economía gira -y girará- en torno a esa actividad, está más que justificado que sea piedra angular de la política presidencial, pues eso garantiza mayor margen de maniobra al ser tan presidencialistas los cabildos.
Por último, un recordatorio: creo que alguna vez esta isla se dará cuenta del tremendo error de no haber seguido la hoja de ruta abierta por Bravo de Laguna para convertir el Oasis en BIC. Tiempo al tiempo.
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