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Los Juegos de París empiezan a ser historia y hay que agradecer a organizadores y, sobre todo, a deportistas casi un mes de emoción, espectáculo y momentos de infarto, de esos que dejan alegrías inmensas unas veces y decepciones profundas otras. Como la vida misma, a fin de cuentas.
Cada cual pondrá sus nombres favoritos a estos Juegos y también las secuencias para el recuerdo. Por suerte, hay donde elegir: Marchand, Ledecky, Biles, Duplantis y Djokovic están en muchas quinielas en el primero de los grupos, como las lágrimas de Carolina Marín, la emoción de las waterpolistas españolas, el último lanzamiento parado por Gonzalo Pérez de Vargas en la lucha por el bronce de balonmano, el relevo de la marcha española o el salto inicial de Jordan Díaz en el segundo capítulo.
También por desgracia ha habido polémicas que han empañado la esencia del olimpismo. El acoso a las boxeadoras hiperandróginas encabeza posiblemente el podio de lo vomitivo. Y otro tanto cabe decir de la doble vara de medir de algunos medios a la hora de valorar victorias y derrotas, de manera que un cuarto puesto es en ocasiones una posición de mucho mérito y en otras un fracaso absoluto. Todo ello en función de las filias y fobias que despierta quien salta con la camiseta de España. Lo digo pensando en la indulgencia con que se encajó el triste papel de Nadal en los Juegos y la severidad con que fueron tratadas, por ejemplo, las futbolisas entrenadas por Montse Tomé, que en solo un año han pasado de heroínas a malvadas.
Me quedo personalmente con la contribución del deporte a derribar ciertas fronteras mentales y su papel para normalizar la pluralidad. Lo digo pensando en los que criticaban a tanto 'extranjero' fichado como español en nuestra delegación pero sin embargo aplaudían el vuelo de Jordan Díaz y su histórico oro en el triple salto -esos mismos, por cierto, que cargaron contra Ana Peleteiro por ser una deportista que no oculta lo que piensa y tampoco el color de su piel-. De la misma forma que es enriquecedor ver en la gimnasia artística a una española formando parte del equipo que entrena a las chinas, a otra en el holandés y a una japonesa entre las técnicas que ayudaron al Reino Unido a hacer historia en la disciplina de dúo.
París 2024 dejará sensaciones contrapuestas en algunas categorías y también algunas preguntas sin respuestas sobre los deportes excluidos y los incluidos en estos Juegos, pero el éxito es incontestable. De hecho, quizás lo de menos sea el medallero: lo imborrable son los momentos.
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