El arte del regate político
Su nombre va unido también al nacimiento de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Ahora que en el fútbol el público aplaude cada vez que un delantero o un extremo superan al contrario con un regate en una baldosa, ... conviene tener presente que en la política ese arte también ha existido. Y es saludable recordarlo precisamente cuando la polarización y la bronca están convirtiendo al contrario en un enemigo.
Lorenzo Olarte, fallecido este viernes en Gran Canaria, encarnó al político hábil en el regate en corto. Ese que se encontraba ante un aparente callejón sin salida y, sin embargo, lo resolvía sacando un conejo de la chistera. O un candidato alternativo a la Presidencia, como sucedió un buen día.
Se va un abogado y un político que lo fue todo en Canarias, que tuvo acceso directo a la Moncloa con su amigo Adolfo Suárez y que, sin embargo, pasó sus últimos años esperando que se concediera un estatus a los expresidentes de Canarias. Así se escribe la historia.
Fue Olarte de los que contribuyó a hacer Canarias, pero, sobre todo, ayudó a hacer democracia. Como Suárez y otros más, lo hizo desde dentro, procediendo desde el Régimen pero echando una mano a desactivarlo. Con contactos en la socialdemocracia y en un empresariado que también se estaba construyendo como tal, Olarte puso su grano de arena para que esa transición fuese pacífica y mereciera escribirse con mayúscula inicial.
No puede faltar en el recordatorio la mención a la cuestión de confianza de Fernando Fernández que lo hizo presidente. El tiempo curó esa herida entre los dos pero ahí ya se vio la habilidad de Olarte. Como también cuando, al encontrarse con que le cerraban la puerta a ser presidente otra vez, recurrió a Román Rodríguez como la otra opción canariona.
Su nombre va unido también al nacimiento de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, con García Ramos dando igualmente un paso al frente cuando más valentía hacía falta para ello.
Por supuesto que hubo sus sombras en la gestión de Olarte, como tampoco estuvo fino al asumir el eclipse de su ciclo político, pero en eso también se pareció a los futbolistas empeñados en seguir más allá de lo razonable.
Personalmente me quedo con su desparpajo cuando, siendo vicepresidente y consejero de Turismo, en una entrevista se me ocurrió preguntarle si era rencoroso. Se echó a reír y contestó: «Si lo fuera, no estaría dando esta entrevista». Ahí también me regateó…
Descanse en paz.
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