24 años ya
Aquellos hechos quebraron la relación entre Occidente y el mundo islámico
Fue 11, fue en septiembre, fue un martes y fue en 2001. Han pasado 24 años pero seguro que nadie de quienes lo contemplaron -contemplamos- ... ha podido olvidar las imágenes de los dos aviones impactando contra las Torres Gemelas de Nueva York. En ese instante, la vida de miles de personas quedaron segadas para siempre y, además, la de todo el planeta dejó de ser la misma.
La confianza se gana con mucho tiempo pero la desconfianza se pierde en un segundo. Esa es, visto con la perspectiva del tiempo, una de las lecciones que deja aquel atentado, una acción bélica en toda regla, planificada con mucha antelación y con muchos medios, y que derivó en una guerra sin fronteras cuyos efectos se han extendido hasta este 2025. Para los que crean que esto es una exageración, solo un apunte: ¿recuerda cómo eran los controles en los aeropuertos antes del 11S? Ni punto de comparación con lo actual.
La brutal acción terrorista, sin comparación posible en la historia reciente, derivó en una operación de caza y captura de Bin Laden que se extendió en el tiempo. Cuando ya casi lo habíamos olvidado, apareció Barack Obama y anunció a los cuatro vientos que el objetivo se había cumplido: lo localizaron, lo cazaron, lo ejecutaron y ni siquiera hubo entierro para evitar -se supone- que hubiera homenajes alrededor de su tumba o en el lugar donde se esparcieron sus cenizas.
Aquellos hechos quebraron la relación entre Occidente y el mundo islámico. Fue, como siempre en estas cosas, una reacción injusta. Ni todos los occidentales somos yanquis xenófobos ni todos los musulmanes son terroristas, pero cuando el miedo entra por la puerta, la razón salta por la ventana. Y no por voluntad propia: es que literalmente la defenestran.
De aquellos polvos llegó la ocupación en toda regla en Afganistán. Pasados los años, Estados Unidos y sus aliados salieron corriendo y los afganos -y sobre todo las afganas- fueron abandonados a su suerte, condenados a vivir de nuevo en la Edad Media, precisamente en el caldo de cultivo donde surgió lo que derivó en el 11S. Es una de esas paradojas que nunca acabaremos de entender: tras los fallecidos en las Torres Gemelas, se decidió enviar a las tropas a poner en riesgo sus vidas en una operación continuada en el tiempo y que se saldó con una retirada sin honores para los que se fueron y sin dignidad para los que iban a ser 'liberados'.
Este 11S no habrá mayores recordatorios. Razón de más para no olvidarlo. Aquel 10S éramos un poco más libres y confiados y todo se perdió 24 horas después.
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