Fatiga actualizada
Frecuencia modulada ·
«La parálisis con la que se actúa ante la inflación encaja con el perfil de la enfermedad»Llevamos dos años inmersos en un sinvivir. Sin posibilidad de hacer planes, sin pausa para realizar análisis, sin espacio en el que construir futuro...tragedia tras tragedia, el mundo camina a trompicones en un sendero repleto de minas en que la guerra de Ucrania marca el último estallido. Este largo, casi eterno, 'vía crucis' de negros acontecimientos ya había provocado una fatiga pandémica catalogada como enfermedad que ahora alarga su sombra hacia un cansancio generalizado aún por diagnosticar. A todos se nos nota, pero lo realmente preocupante es que el agotamiento empieza a ser patente también en algunos gestores públicos que presentan en el último mes «cuadros de desesperanza, ansiedad, frustración y parálisis en la capacidad de tomar decisiones», según reza la descripción médica de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Un rápido relato de lo ocurrido en los últimos 24 meses ayuda a mostrar algo de comprensión hacia la fatiga actualizada que sufren algunos miembros del Gobierno de Pedro Sánchez y el cansancio de ideas aún más visible en muchas piezas del Ejecutivo de Ángel Víctor Torres. Tras casi dos meses confinados, el verano de 2020 llegó con la segunda ola de la covid, las Navidades de ese año sin reuniones ni consumo, asalto al Capitolio de EE UU el día de Reyes, enero de 2021 con Filomena, mayo con el ciclón Ayuso, julio con una amplia remodelación ministerial que de nada ha servido, septiembre con la erupción volcánica de La Palma, diciembre con Ómicrom, febrero de 2022 con el fin de Casado y, desde hace 18 días, cerramos este fugaz resumen de sobresaltos con la locura imperialista de Putin. ¿Es o no para estar agotado?
Los psicólogos alertan sobre el peligro de que esta fatiga física y emocional nos lleve a «la sensación de que esto no va a terminar nunca y de que cada vez va a ser peor», una «desesperanza que nos impedirá buscar soluciones a los nuevos embates». Sin necesidad de acostarse en el diván, la parálisis con que los gestores públicos de este país y de esta comunidad autónoma están actuando ante la escalada de la inflación encaja a la perfección con el perfil de la enfermedad. La subida de los precios era ya insostenible ante de la guerra de Ucrania, pero los gobiernos han sido incapaces de adoptar medidas que ahora parecen imposibles.
¿Es factible desviar fondos covid para ayudar a las empresas y paliar el sobrecoste de la factura energética y de materias primas? No me moleste, por favor. Estamos demasiado cansados.