Europa: tan cerca, tan lejos
En Canarias estamos bastante más lejos del continente europeo, en el que nos encontramos integrados política, social y económicamente, que del África occidental a la que, considero que erróneamente, no hemos prestado, por distintas razones, la atención debida. Históricamente, además, hemos mantenido relaciones muy fluidas con la lejana América, una relación de ida y vuelta, sustentada en distintos ciclos migratorios hacia Uruguay, Argentina, Cuba o Venezuela, cuando la situación económica en las islas se volvía extremadamente grave. Es raro el canario que no tiene algún familiar en alguno de estos países.
La democrática Europa era el sueño libertador cuando sufríamos una ignominiosa dictadura. Portugal se nos adelantó con la Revolución de los Claveles, en la primavera de 1974, acabando con la dictadura de Marcelo Caetano, que sustituyó al frente del régimen a Salazar; en España hubo que esperar a la muerte de Franco, en noviembre de 1975, para iniciar una transición compleja, denostada exageradamente por unos, magnificada hagiográficamente por otros. En un análisis mesurado pueden observarse aciertos y errores en ese período histórico, pero hay que valorar que se logró superar un régimen autoritario e instaurar una democracia homologable a las de otros estados europeos.
Se logró la firma del tratado de adhesión a la Comunidad Económica Europea (CEE), hoy Unión Europea (UE), en junio del año 1985, culminando el Gobierno de Felipe González un proceso iniciado por Adolfo Suárez en el verano de 1977 y continuado por el Ejecutivo de Leopoldo Calvo Sotelo. La adhesión fue ratificada por unanimidad en el Congreso de los Diputados. El 1 de enero de 1986 España, al igual que Portugal, se integraba en la Comunidad Europea.
El profesor de la Universidad de La Laguna, Domingo Garí, señala que el debate que se abrió entonces en el Parlamento de Canarias «incluía tres opciones por las que podían optar los parlamentarios, y en todas ellas se tenía como idea principal la defensa del Régimen Económico y Fiscal (REF), en torno al cual se estimaba que giraban los intereses del archipiélago. Las tres opciones eran la integración, la integración con condiciones específicas y la no integración».
Poseican
Al final se optó por la opción dos, una integración con excepciones, que sería modificada años después con una mayor integración, pero incluyendo el Poseican (Programa de Opciones Especificas por la Lejanía y la Insularidad de las Islas Canarias), que establece, entre otros aspectos, la exención del IVA, una aplicación flexible de las políticas agrarias comunitarias y no aplicar la tarifa exterior común a las importaciones de primera necesidad.
Más tarde, en 1999, Canarias conseguiría un trato específico, por su condición de RUP, y que se plasma en su derecho primario en el artículo 299.2. Un artículo que reconoce nuestras limitaciones permanentes -por nuestra lejanía del continente europeo, insularidad o pequeño tamaño de nuestros mercados y escasez de recursos- y, como respuesta, posibilita un tratamiento específico, y la adopción de políticas y medidas diferenciadas para atender adecuadamente nuestras dificultades.
Ahora, el Archipiélago tiene que estar vigilante y presionando para que en el nuevo Marco Financiero Comunitario 2021-2027 no vea reducido de forma significativa el importe de los Fondos Estructurales y de Cohesión que actualmente recibe. La próxima salida del Reino Unido de la UE, el brexit, va a suponer una reducción del presupuesto comunitario. Pero Canarias y el conjunto de las RUP no pueden permitirse un cambio, a peor, de su actual situación. Igual sucede con la aprobación de las ayudas de estado que contiene el REF en el nuevo mapa de ayudas 2021-2027.
Las partidas procedentes de la Unión Europea han ayudado mucho a la transformación de Canarias en las últimas décadas. A la mejora de las infraestructuras, a la creación de riqueza y de empleo y, en definitiva, al incremento de los niveles de bienestar de la sociedad de las Islas. Sin ellas seríamos mucho más pobres, estaríamos más alejados aún de los estándares medios españoles y europeos.
Europa se mueve en medio de grandes contradicciones. Sigue siendo de los lugares del mundo con mayor presencia democrática, derechos y libertades. Con desigualdades económicas y sociales entre sus diversos estados. Y con el crecimiento de las opciones populistas de extrema derecha que la cuestionan, que reniegan del proyecto común y anhelan volver al refugio del estado-nación.
Crisis climática
La UE entusiasma menos que hace unas décadas. Aunque en Canarias siempre ha existido una alta valoración de nuestra presencia y relaciones con la UE. Así en el estudio sociológico de Técnicos del Socioanálisis (TSA) para CANARIAS7 de 2018, un 68,4% se mostraba «mucho» o «bastante» identificado con Europa, mientras que 29,7% manifestaba que poco o nada.
Para muchos la UE es un gran mercado, pero incapaz de dar respuesta a situaciones como la grave crisis económica de 2008 y a sus efectos sobre los sectores más vulnerables, lo que incrementa las posiciones euroescépticas en buena parte de sus ciudadanos y ciudadanas.
Considero que hoy, más que nunca, hay que seguir defendiendo una Europa de los pueblos, con un proyecto global que debe insistir en sus perfiles sociales, de consolidación de derechos cívicos y libertades, de apuesta por profundos cambios medioambientales con una firme lucha contra la Crisis Climática. Y, a la vez, del respeto a lo local, de sensibilidad hacia las especificidades de distintas comunidades y sus aportaciones culturales.
Una Europa solidaria con los países empobrecidos y que sea capaz de impulsar políticas migratorias y de atención a los refugiados que acaben con la actual situación de enorme cementerio en que se está convirtiendo el mar Mediterráneo, sin que se imponga la ola populista, xenófoba, racista e insolidaria. Una Europa implicada en la mejora de su protección social, en el fortalecimiento del estado social. Una Europa que, aprendiendo de su historia, se comprometa en la lucha por la paz, que apueste por la colaboración internacional y el multilateralismo.
En estos días en que la extrema derecha se apunta al Spexit (la salida de España de la UE), sin valorar lo que Europa ha supuesto para el significativo avance del conjunto del Estado español desde su integración, y planteando un patriotismo rancio, irracional, autoritario y profundamente irrespetuoso con la legalidad y la democracia, además de insinuar que se lleve a cabo un golpe de estado, vale la pena insistir en los valores del europeísmo.