La Euroliga
Esta decisión debe ser un punto de inflexión y debe llevar a los empresarios canarios a reflexionar y al club a mirar hacia su interior para modernizarse
El anuncio de que el Dreamland Gran Canaria (el Granca de toda la vida) renuncia a jugar el próximo año la Euroliga, plaza que se ganó tras lograr la Eurocap, ha sido una de esas decisiones que nos confirman que no hay que perder la esperanza, porque el sentido común aún no se ha perdido en esta sociedad. El equipo que dirige el exjugador claretiano Sitapha Savané explicó que la renuncia se debe a una cuestión económica. Tal y como dijo en rueda de prensa, haber aceptado jugarla ponía en peligro el futuro del club, ya que los gastos se disparan para en la segunda mejor liga del mundo, tras la NBA. Y ya bastante dinero pone 'papá' Cabildo como para aumentar aún más su inversión en el equipo, con la que está cayendo. Además, ya cuentan con la experiencia de la anterior ocasión en la que sí se jugó. Deportivamente se cumplió aquel año en Europa, en la liga ACB fue un desastre y económicamente un disparate.
Esta decisión de no jugar la Euroliga debe ser un punto de inflexión. Habría que empezar preguntando a los empresarios canarios más poderosos por qué no entienden que patrocinar un equipo que juega en la mejor liga europea es un escaparate de lujo para sus inversiones. Si eso no capta turistas de calidad...
También conviene que el propio club reflexione y mire hacia sus entrañas. Tiene que saltar al siglo XXI. Savané es un gran fichaje, pero que sepamos no es un mago y de la nada, sin peones de nivel en la estructura interna no se construye una institución moderna y eficaz, que es lo que se merece su afición y la isla que, mediante el Cabildo, la costea en gran medida.