Equilibrios
Del director ·
Hay cuestiones que deberían ser explicadas para que no se genere una primera impresión de desequilibrio que, acto seguido, derive en sensación de agravio. Es lo que sucede cuando uno ve la intervención ayer del diputado Lucas Bravo de Laguna, presidente de Unidos por Gran Canaria, en el Parlamento de Canarias y escucha la respuesta de la consejera Noemí Santana, responsable de Derechos Sociales en el Gobierno que preside Ángel Víctor Torres.
Se trataba de saber algo que no hay problema alguno en que sea conocido por todos: cómo se distribuyen en las islas los menores inmigrantes no acompañados. Eso que no se conoce como 'mena', término que personalmente prefiero no usar porque, para desgracia de nuestro talante democrático, se ha convertido en un término casi despectivo por obra y gracia de quienes se empeñan en vincular inmigración con inseguridad.
La respuesta se produjo en sesión plenaria porque todavía no sabemos por qué el departamento de Derecho Sociales fue incapaz de entender la pregunta del diputado Bravo de Laguna. Y como no parece que este la hubiese formulado en una lengua de tribus perdidas del Amazonas, habrá que concluir que faltó diligencia en Derechos Sociales o sencillamente alguien entendió que los datos podían sonrojar a más de uno y por eso mismo debían quedarse ocultos en un cajón. Lo cierto es que la consejera, y el gesto le honra, se disculpó ante el presidente de UxGC y finalmente desveló el misterio: de cada diez menores inmigrantes no acompañados que hay en las islas, seis están en Gran Canaria. Lo lógico sería pensar que entonces los otros cuatro estarían en la isla más poblada, esto es, en Tenerife, pero no es así: Fuerteventura tiene más que aquella. Es más: incluso si el centenar y medio de menores de reciente llegada que todavía están por asignar a un centro concreto acabasen todos en Tenerife, la proporción seguiría siendo muy desigual. Como dijo Lucas Bravo de Laguna, no podemos pedir solidaridad a otras autonomías si primero no se aplica en casa.
La primera interpretación es evidente:en Gran Canaria la solidaridad ante el fenómeno migratorio ha sido mayor. Lo fue cuando llegaron adultos y lo ha sido cuando se ha tocado en las puertas de los ayuntamientos a ver quién estaba dispuesto a echar una mano con los menores. Decirlo alto y claro no es alimentar el pleito;no aportar los datos sí que contribuye a la desconfianza.
Ahora solo queda que pasen los días y las cifras se equilibren. Es lo justo.