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Entre la cara de tonto y el optimismo

Entre la cara de tonto y el optimismo

Jueves, 1 de enero 1970

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Difícil encontrarle el lado positivo a un empate contra el eterno rival. Mucho menos cuando es en tu casa y con un penalti completamente inexistente. Se te queda cara de tonto y miras al cielo en busca de una explicación que no llega. Así es el fútbol. Un motor de pasiones que te saca una sonrisa o te amarga todo un fin de semana. Poca gente lo entiende. Y, ojo, hay cosas infinitamente más importantes que este deporte. Pero estamos hablando del derbi y me toca mantener la cabeza fría cuando el corazón me arde. No puedo dejar de pensar en Sagués Oscoz, árbitro y verdugo. Tampoco en el poste que escupió un jugadón de Danny Blum, ni en la mala lectura de Herrera con los cambios. Pero, aun así, sí pude apreciar una mejoría. Tal vez, provocada por el orgullo que impregna saber que los derbis tienen que ganarse sí o sí.

Pero yo quiero creer. Y la imagen que mostró ayer la UD es la que se le viene reclamando desde que empezó la temporada. Mucho ayudó que Herrera se dejó de inventos. Bandas, y a correr. Al final no era tan difícil encontrar la fórmula. No es una receta secreta. El campo, cuanto más abierto, mejor. Blum y Fidel demostraron que han estado alternando el banquillo y la grada de manera irrisoria. Insisto. Es hilarante que dos jugadores como estos no tuviesen cabida en un equipo que no ha parado de tambalearse todo el curso.

Dibujos y árbitro a un lado, la UD sacó los dientes. Su juego tuvo sentido de principio a fin. Su único error fue no sentenciar el partido. Y mira que tuvo ocasiones para hacerlo. Cuando no lo haces, te expones a que la desgracia caiga en tu contra. Eso fue lo que pasó en el Gran Canaria. Solo hubo un equipo que mereció vencer el derbi. Pero aquí, por desgracia, no hay VAR.

El enfado de David García, tras ver cómo le pitaban un penalti que no era y, por si fuera poco, lo mandaban al túnel de vestuarios, fue el reflejo de una campaña que se está atragantando. La suerte le quita la cara a una Unión Deportiva que podría haber cambiado su dinámica de forma fulminante. No fue así y ya ayer es pasado. Toca levantarse en Córdoba. El ascenso está caro y demasiado lejos, pero hay plantilla y contra el Tenerife quedó claro. Galarreta creó, Timor creció, Blum galopó y Fidel quebró. Menos es más y Las Palmas mejoró con alas y dos jugadores en la sala de máquinas. El debate de poblar el centro del campo debería estar zanjado.

Aun con cara de tonto y pensando en lo que podía haber sido y no fue, me amarro a los brotes verdes que se vieron ante el Tenerife. Espero que no fueran propiciados por el propio derbi en sí. Quiero creer que hay materia prima y que Herrera ya dio con la tecla. Ese gol, más cuando pesa la injusticia, dolió, pero mientras más tardemos en levantarnos, más lejos estará el ascenso. No queda otra...

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