Efecto telepredicador

Anda media España a la gresca por el anuncio de algunos 'youtuber' de este país de mudarse a Andorra para pagar menos impuestos. Se dan casos en los que facturan varios millones de euros al año y se quejan de que la hacienda española les fríe a impuestos. Les acusan de ser insolidarios con el mismo pueblo que ha contribuido a hacerles ricos.

Pero es que la polémica ha ido ganando decibelios porque, para colmo, en mitad de esta discusión, los más guerreros sacan pecho y han pasado al ataque. Ya se jactan de afirmar con descaro que es malo pagar impuestos y hasta insinúan las ventajas de no hacerlo, es decir, coquetean con el incumplimiento de la ley.

Y es aquí donde me gustaría incidir. Al margen de que sea reprochable esta decisión de domiciliarse en una especie de paraíso fiscal con el único objetivo de ahorrarse un dinero que iría al beneficio de todos, lo que me preocupa es el efecto telepredicador que muchas de estas personas ejercen sobre una población a menudo muy joven, cuando no, adolescente, carente todavía de los filtros adecuados para distinguir la paja del grano.

Me consta, porque lo vivo en casa, que muchos de ellos tienen a los chiquillos hipnotizados. Si los dejáramos, se pasarían horas descargándose sus vídeos de youtube. Y aunque es verdad que a menudo son intrascendentes y que se limitan a comentar jugadas de videojuego, entre partida y partida hacen comentarios y reflexiones sobre otras muchas cosas del mundo no virtual que resultan cuanto menos discutibles. Así las cosas, no solo debe preocuparnos si pagan o no sus impuestos, sino lo que dicen y su influencia en nuestros hijos.