No puede ser 'normal'
El próximo domingo se cumplirán dos años de la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno en la presente legislatura tras conseguir el apoyo ... de 179 diputados frente a 171 votos en contra. Veinticuatro meses después, el bloque contrario a las políticas del presidente y su Gobierno supera al de unos apoyos menguantes, pues al 'divorcio' formal anunciado esta semana por Junts hay que añadir que Podemos no oculta su descontento con Sánchez y también considera que ha llegado el momento de que se pronuncien los ciudadanos en las urnas.
Desde Brasil, en ese juego continuo por llenar la agenda de actos en el extranjero para reducir sus comparecencias en las Cortes, el presidente Sánchez trató de dar normalidad a la situación y reiteró que en su hoja de ruta está la presentación del proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado. Lo cierto es que casi nada se puede calificar ya como 'normal' en el panorama actual. No lo es que la esposa del presidente siga investigada en compañía de altos cargos de Moncloa; tampoco lo es que el hermano del jefe del Ejecutivo ya tenga fecha para su juicio; como igualmente está fuera de toda normalidad que Javier García Ortiz continúe como fiscal general del Estado cuando desde el lunes pasado está siendo juzgado en el Tribunal Supremo y, por supuesto, no podemos aceptar como irrelevante que un exministro esté investigado por presunta corrupción, que quien le sucedió al frente de la Secretaría de Organización del PSOE siga en prisión como integrante de la misma trama y que alrededor de ambos pulule un círculo de comisionistas aglutinados en torno a Víctor de Aldama, que tuvo a sueldo a un asesor ministerial que lo mismo buscaba empleos para las amistades íntimas de Ábalos que llamaba a presidentes autonómicos como Ángel Víctor Torres y Francina Armengol para recomendar contratos con empresas sospechosas de prácticas ilícitas.
Esa pretendida normalidad del presidente se corona con un Gobierno que ha hecho de la prórroga de los presupuestos una práctica habitual y que ahora anuncia unos para 2026 sin garantía alguna de apoyos para su aprobación. El panorama es inequívoco:un país bloqueado y sometido a una crisis institucional evidente. Ycuando eso ocurre, si la oposición no activa la moción de censura, que es el recurso que recoge la Constitución para estas ocasiones, porque la suma de apoyos parece -al menos a día de hoy- imposible, solo caben dos salidas y ambas están en manos del presidente:la cuestión de confianza o el adelanto electoral. Las dos son exigibles a un presidente que entienda que el sentido de Estado es más importante que su supervivencia cortoplacista en el cargo. España no se merece este bloqueo y tampoco que él no active el fin del mismo.
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