Editorial
No es momento para graciasLa investigación recoge indicios más que fundamentados del uso de comisiones a cambio de un sistemático trato de favor a ciertas empresas
El próximo miércoles, el exministro José Luis Ábalos deberá comparecer nuevamente ante el juez Leopoldo Puente, del Tribunal Supremo, para dar explicaciones sobre las revelaciones ... del informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil centrado en el trasiego de dinero entre el que fuera su asesor, Koldo García, la dirección del Partido Socialista, un entramado de empresas presuntamente favorecidas con contratos públicos, el propio Ábalos y personas de su círculo más íntimo. Un día después deberá hacerlo Koldo García.
La investigación de la UCO coloca a la ciudadanía ante indicios más que fundamentados del uso de comisiones a cambio de un sistemático trato de favor a ciertas empresas. Un dinero que, una vez que llegaba a manos de Koldo García y José Luis Ábalos, habría sido utilizado para mantener un nivel de vida que en nada se ajusta a los códigos éticos del Partido Socialista, que en ese momento daba lecciones políticas sobre asuntos como la explotación de las mujeres prostituidas. Ylo mismo cabe decir del abuso de los pagos en efectivo cuando, en paralelo, se limitaba esa práctica con el argumento de querer atajar el fraude.
A esto se añade que continúa en prisión Santos Cerdán, precisamente la persona que relevó a Ábalos como secretario de Organización del PSOE a nivel federal. Cerdán, el exministro y Koldo conforman, según las investigaciones, la cúspide de una presunta trama de corrupción que operó durante años, extendiendo sus redes por varios ministerios y aprovechando incluso un momento tan crítico como fue la pandemia de covid para enriquecer a una red clientelar de empresarios y comisionistas.
La respuesta del presidente Pedro Sánchez, que hizo a Ábalos ministro, que lo destituyó sin explicación alguna, y que encumbró a Cerdán en el partido, no se puede reducir a acudir al Congreso y espetarle al líder de la oposición la frase «¡Ánimo, Alberto!». Menos aún cuando la esposa y el hermano del presidente, así como el fiscal general del Estado, siguen investigados y en la cuenta atrás para sus respectivos juicios.
España no está para pretendidas gracias en la sesión de control al Gobierno. El deterioro de la imagen como país y de la propia convivencia exigen la depuración de responsabilidades políticas y, sobre todo, sentido de Estado. Y si no se quiere asumir lo primero o se carece de lo segundo, es hora de que la ciudadanía decida. En especial cuando, para más inri, se gobierna sin Presupuestos y sin garantía cierta de tenerlos.
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