Memoria y desmemoria
La conmemoración anual del aniversario del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, erigido en emblema de la reacción cívica contra el terrorismo, y el ... cuarto de siglo que se cumple de un verano que fue sobrecogedor por cómo golpeó ETA la convivencia tras romper la tregua de 1998 retrotraen la memoria a unos tiempos muy oscuros para el conjunto del país.
Una época de padecimiento, amenaza y sangre de cuyo entierro hay que congratularse, pero cuyo recuerdo ha de permanecer en nuestra historia para no olvidar a las víctimas y lo que significa ejecutar a un semejante por pensar diferente. Para que las generaciones del presente y del futuro, las que felizmente tienen su biografía limpia de esa sombra de dolor y devastación, se hagan conscientes de lo que representan la libertad y el ejercicio pleno de la democracia; derechos conquistados que hay que defender cada día porque no son irreversibles.
La crudeza de otras batallas partidarias ha pasado por alto la constatación de que el tránsito desde el final de ETA se está cubriendo sin una estrategia consensuada de los dos grandes partidos, los que llevaban en sus filas a señalados por el terror. Y ese disenso es el terreno abonado para la desmemoria de Bildu.
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