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El pleno del Congreso celebrado esta semana dejó claro que Pedro Sánchez ha decidido hacer de la huida hacia adelante la piedra angular de su ... mandato. Compareció el presidente para informar sobre el nuevo escenario geopolítico de la Unión Europea y las conclusiones del Consejo Europeo de los pasados días 20 y 21. Tras sus palabras y las de los portavoces de los partidos que hicieron posible la investidura, quedó en evidencia que el Gobierno de España no tiene plan alguno en materia de defensa y que las promesas del presidente se diluyen ante la falta de apoyos.
Por si quedaba alguna duda al respecto, el propio secretario general de la Alianza Atlántica, el ex primer ministro holandés Mark Rutte, dejó en evidencia a Sánchez al señalar que el presidente español se comprometió a un incremento del gasto en defensa hasta llegar al 2% del Producto Interior Bruto este verano, una proporción muy alejada de la que habla el sector socialista del Ejecutivo, que fija ese umbral al final de la legislatura. Y decimos que esa es la posición del PSOE porque la de Sumar, con quien conforma el Consejo de Ministros, es muy diferente. La plataforma política que lidera Yolanda Díaz se ha desmarcado de Sánchez ante la presión de Podemos, que ya ha advertido que votará en contra del aumento del gasto militar. En la misma tesis se encuentran los partidos de corte nacionalista, de manera que hay que preguntarse con qué apoyos quiere materializar Sánchez su compromiso de cumplir con Bruselas y con la OTAN sin recortar el gasto social.
Tan o incluso más preocupante que lo anterior es que Sánchez pretenda hurtar a las Cortes el debido protagonismo en ese incremento del gasto en defensa. Sería la enésima pirueta de un Gobierno que sigue con los Presupuestos prorrogados y que ya lanza el globo sondo de que demoraría hasta 2026 el envío al Congreso del proyecto de ley para su actualización. Un país sin Presupuestos es una anomalía democrática, como también lo es que la asamblea en la que reside la soberanía nacional se quede sin decidir una cuestión de Estado como es la reorientación de las prioridades en materia de defensa.
Alemania y el Reino Unido ya han demostrado que el acuerdo entre Gobierno y oposición es posible en esta materia. En España solo será posible si Sánchez deja de jugar al escondite y tiende la mano a quienes sí tienen sentido de Estado.
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