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El euríbor, que acumula cuatro meses a la baja, ha acelerado su caída en agosto al registrar por ahora una media del 3,19%, tres décimas menos que en julio. La cifra es casi nueve décimas inferior a la de hace un año; el mayor retroceso en una década que, de consolidarse, brindará una alegría a los hipotecados a interés variable que renueven las condiciones de sus créditos en las próximas semanas. Ese brusco movimiento anticipa un descenso de los tipos más rápido e intenso que el hasta ahora previsto. Mientras la inflación se mantiene contenida en la Eurozona por el drástico endurecimiento de la política monetaria iniciado en el verano de 2022, su economía empieza a salir a duras penas de un prolongado estancamiento al repuntar un 0,3% en el segundo trimestre, aunque Alemania se contrajo una décima, sin que nada permita augurar una apreciable reactivación inmediata. Ese escenario allana el terreno para que el BCE apruebe a corto plazo rebajas adicionales a la aplicada en julio al precio oficial del dinero, que dejó en el 4,25%. La extrema cautela con la que debe manejar los tipos no obsta para que, una vez superada la crisis inflacionista, favorezca con más firmeza el crecimiento.
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