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El hotel Santa Catalina, en Las Palmas de Gran Canaria, fue el lugar elegido para la presentación este viernes en sociedad de Democracia Canarias XXI, ... una asociación que nace de la lectura de la preocupante realidad que se vive en este país y en el resto del planeta. Un puñado de veteranos de la política y de diferentes campos de actividad social han creído conveniente dejar de ser espectadores pasivos de algo que no les agrada y que, más allá de la incomodidad personal, están convencidos de que puede dinamitar los pilares de la convivencia.
Puede sonar a dramático pero es que dramáticas son las cosas que están pasando. El cuestionamiento de la democracia se ha colado en las casas de Occidente casi sin darnos cuenta y amenaza con liquidar todo lo que se ha ganado en décadas. Entendiendo lo 'ganado' como la conquista de derechos y el disfrute de la democracia.
A modo de inventario de principios, Democracia Canarias XXI propone nada menos que «defender la democracia social y de derecho en todas sus vertientes: política, social, económica y ambiental»; defender y promocionar el modelo social europeo, la economía social y de mercado y el Estado del Bienestar como «pilares esenciales de la convivencia» y apostar «por la mejora de la calidad de la democracia, profundizando en la separación de poderes y en el derecho de la ciudadanía a recibir una información objetiva, veraz y plural». También hay referencias al acceso a la educación, la sanidad de calidad, el trabajo digno, la vivienda apropiada y el salario justo.
Se trata de cuestiones que hasta hace unos años se decía que tenían que resolver «los políticos», como si estos fuesen un ente ajeno a la sociedad. Y hay que combatir ese concepto: es la ciudadanía la que debe implicarse en aquello que le afecta y los políticos no son un agente externo del que solo nos acordamos para exigirles soluciones y reprocharles la ausencia de las mismas.
Precisamente el hecho de que en esta nueva asociación haya veteranos de la política es algo de agradecer, como también que no sean los únicos socios. Desde la experiencia que atesoran, están legitimados para advertir de que hay cosas que no van bien y que hay beneficios conseguidos que se pueden ir por el sumidero. Que eso no ocurra es tarea de todos, porque lo evidente es que ya hay quien trabaja para esa voladura de la democracia. Y no les faltan recursos para ello. Es más, tienen de sobra y el primero de ellos es la inacción colectiva.
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