Las 'Voyager' y las paradojas de las otras lanchas
Turísticamente hablando, en ese mismo primer semestre casi 7 millones de pasajeros internacionales se han subido, no a una lancha y si a un avión, con destino a Canarias
Ahora que, informativamente, se ha vuelto a poner de moda la posibilidad de la existencia de vida extraterrestre, y la inminente desclasificación de nuevos expedientes ' ... X' sobre avistamiento de ovnis, no está de más recordar que en la década de los 70, la Humanidad lanzó al espacio cuatro sondas intergalácticas - las Voyager y las Pioneer- conteniendo mensajes e información sobre la Tierra. Por si alguna civilización alienígena se topaba con ellas, para que así supieran de nuestra localización y 'características'.
Entre toda la información gráfica y sensorial puesta a disposición de nuestros vecinos siderales, se incluyeron tres piezas musicales del compositor Johann Sebastian Bach. Respecto al cual parece que se debatió sobre si incluir su obra completa o no, resultando ganadora esta última opción de «sólo una pequeña muestra, para no presumir (tanto)», según cuenta Rafael Clemente en su reciente artículo 'Guía para extraterrestres: cómo interpretar los mensajes enviados en las 'Pioneer' y 'Voyager', publicado en 'El País'.
Contemplando recientemente, en una playa del sur de Portugal, a una fila de turistas afroamericanos - franceses y estadounidenses- esperando por una lancha de excursiones marítimas para visitar las famosas cuevas de Benagil, por aquello del incesante goteo de cientos de personas migrantes que siguen llegando a nuestras islas, no pude evitar la reflexión respecto a esta otra paradoja continua de la Humanidad: mientras unos esperan -y pagan- por una lancha para disfrutar de un día de ocio en el mar, otros se desesperan -y también pagan- por subirse a una lancha neumática o a una patera de latón para huir del hambre, de la guerra y del no futuro. Aún con ello arriesguen su propia vida.
En cuanto a nuestra realidad cotidiana de la inmigración irregular, agosto ha comenzado 'reportándonos', entre otras, una patera con 42 senegaleses a bordo, -entre ellos cinco niños-, arribando, de puro milagro, a El Hierro. Con el dato estadístico añadido de que, en solo los seis primeros meses de este 2023, unas 800 personas migrantes han muerto en la denominada 'ruta canaria'. Bien ahogadas en el Atlántico; bien deshidratadas en esas precarias lanchas o pateras a las que subieron en busca de un futuro mejor. Y ello sin considerar las muertes'desconocidas'.
En el otro lado de nuestra paradoja territorial, turísticamente hablando, en ese mismo primer semestre del año en curso, casi 7 millones de pasajeros internacionales se han subido, no a una lancha y si a un avión, con destino a Canarias. Superando en torno a un 3% y unos 200.000 pasajeros de más (o sea, turistas) los datos de 2019, el último año pre-pandemia. Y con el Reino Unido 'erre que erre' como principal mercado líder emisor de vuelos y pasaje hacia el archipiélago, aumentando en casi un 8% su anterior positivo rédito de 2019.
Datos acumulados de enero a junio, que permiten proyectar para nuestro archipiélago un optimista cierre final de todo 2023 que, -salvo imprevisto, y tal y como van el verano y las previsiones otoñales de reservas-, superará el año récord de turismo en Canarias, 2017. Año aquel en que recibimos casi 16 millones de visitantes, nacionales e internacionales, con una aportación de 15.573 millones de euros producidos en aquel ejercicio por la locomotora económica de nuestro archipiélago.
Proyección estadística y económica para todo 2023 más que razonable, y que, con independencia de la variación de datos, al alza o la baja, que presenta actualmente el análisis turístico particularizado para cada una de nuestras islas, muy mal se tendrían que poner o hacer las cosas en lo que queda de año para que Canarias no roce, e incluso supere, el listón de, al menos, esos mismos 16 millones de visitantes de 2017, pero con una cifra económica muy superior a la de aquel año. No descartando alcanzar, esta vez, no menos de 19.000 millones de euros de facturación turística. Todo un hito.
Traducida, entre otros, dicha facturación en dinamismo y sustento económico para nuestras islas, a pesar de los vaivenes globales (contexto inflacionista en la eurozona, subida de tipos de interés, disminución del ahorro de las familias, afecciones logísticas de suministros, desafíos hídricos y energéticos). En mantenimiento del empleo. Y en captación de recursos monetarios para las arcas públicas, pendientes luego de una adecuada y necesaria redistribución y reutilización en inversiones en lo que tanto a servicios fundamentales se refiere (sanidad, educación, servicios sociales, seguridad, medioambiente, recursos energéticos, …).
Como, por supuesto, también en justa medida, corresponde presupuestariamente superar la asignatura pendiente respecto a consignar una destacada cantidad de recursos económicos gubernamentales a la regeneración de espacios y servicios públicos turísticos de nuestras islas, así como a los aspectos formativos y de empleabilidad en materia de turismo y hostelería, siempre a la zaga respecto a los procesos de modernización, o de formación de sus plantillas de trabajadores, que sí materializa de manera continuada el sector privado.
En Canarias, prácticamente en el mismo período de tiempo, reitero el singular contraste entre casi 7 millones de pasajeros internacionales recibidos; y el de 165 pateras y 8.508 migrantes irregulares salvando la vida al lograr, finalmente, llegar a nuestras costas. 24 pateras y 1.215 migrantes al mes. Casi 1 patera al día, con 40 'pasajeros' a bordo.
Triste paradoja, pero ante la que no cabe detenerse, ni en términos de mejora de nuestro destino turístico Islas Canarias; ni mucho menos, en términos de toda ayuda posible a nuestros países y hermanos vecinos africanos. Porque la 'sostenibilidad', como marchamo o identificación de un destino, no es sólo medioambiental. Sino también social. Incluso en su vertiente más solidaria.
O eso, o el '¿de turismo a la Tierra? ni de coña' que expresarían los extraterrestres cuando -se estima dentro de 55.000 años- pudieran descifrar el contenido de los discos de oro de las Voyager y las Pioneer, viendo los despropósitos mundiales que siguen sucediéndose. Estampidas migratorias incluidas.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión