Consulta de humo
La salud exige una lógica que la política no siempre entiende. Dispuesto a ejercer su mester de progresía, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria inicia esta semana una consulta donde son los ciudadanos los que deben decidir si se prohíbe fumar en la playa de Las Canteras, en toda su extensión o en parte.
La discusión tiene su miga, porque la normativa española vigente se limita a prohibir el consumo de tabaco en locales cerrados, y tiene enfrente a una poderosa industria tabaquera que no teme a los poderes públicos. Si desde el punto de vista de la salud el consumo de tabaco provoca múltiples daños, desde la perspectiva política llama la atención que una medida de este alcance quede al criterio de la mayoría, sea cual sea el resultado de la consulta.
En Canarias, sólo los municipios de Mogán y Arrecife se han atrevido a prohibir el humo sobre la arena, mediante ordenanzas similares a las que sancionan las cagadas de los perros. Aquí la salud la decide cada pueblo a su manera. Galicia, sin embargo, ha puesto en marcha una iniciativa auspiciada por la Xunta para declarar las playas de la región libres de humos, y ya suma más de 20 ayuntamientos sin necesidad de pasar los pulmones por las urnas. En California, donde la industria turística tiene más peso, las playas están limpias de tabaco desde 1998. En San Francisco no se puede fumar ni en los parques. Allí, que son tan aficionados a las consultas, esto no se ha sometido al populacho.
La gestión política basada en las consultas ciudadanas encubre a menudo una cierta incapacidad de algunos cargos públicos para tomar decisiones. Ejemplos ofrece la factura errática de cercanos precedentes en la misma capital grancanaria. Sacar las colillas de la arena es muy sano. Pero exigir su cumplimiento a diario es más urgente que levantar simpáticas cortinas de humo.