Una colonia en África
Las venas abiertas ·
«Canarias atraviesa uno de esos ciclos en los que necesita la solidaridad del país del que se convirtió en porción obligada a metal y fuego»Es sorprendente la cantidad de nostálgicos del 29 de abril que quedan en Gran Canaria. El vasallaje como efeméride. Hasta el punto de correr a los balcones a colgar enseñas patrióticas en referendos a los que nadie nos ha convocado. Llevar por orgullo una bandera que hoy todavía promueve la esterilización de nuestra cultura y nuestro acento y, lo más relevante, practica el abandono sobre nuestros problemas con modismos coloniales que, por mucho que se esfuercen en disimular, permanecen en nuestra relación a pesar de que corran los siglos.
No hay mayor evidencia del desprecio del Estado que el drama migratorio. Da igual que en el gobierno estén férreos defensores de la procesión del pendón o alianzas 'socialcomunistas'. La realidad es que desde el centralismo siempre les ha resultado indiferente la problemática que azota las islas desde hace 25 años. Incluso José Manuel Soria, plusmarquista del 'aznarismo', se tuvo que revirar ante esta realidad.
Canarias atraviesa uno de esos ciclos complejos en los que necesita la solidaridad del país del que se convirtió en porción obligada a metal y fuego. La respuesta no ha sido nada original. Un ministro con agenda apretada que no puede hacer hueco para cumplir con el gesto de conocer la realidad sobre el terreno, el teléfono de Moncloa parece haber puesto en la lista negra las llamadas que empiezan por 928 o 922 y vamos camino de convertirnos en esa isla-cárcel de la que habla Antonio Morales.
No se trata de recurrir al fácil y simplón «Canarias existe». Se trata de imponer una relación justa. En el Estado parecen haberse tomado muy en serio aquello que escribió Viera y Clavijo de que «estas islas pertenecen al África». Una colonia en África.