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Directo El Parlamento analiza un posible equilibrio entre turistas y residentes

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Si algo ha quedado claro después de la celebración del Barcelona-Real Madrid es que la sociedad catalana está más dividida que nunca, incluidos los propios radicales, y que la mayoría está hasta los mismísimos de la escoria que lleva destrozando las calles de la ciudad condal. La pena y lo vergonzoso de todo esto es cuando entidades deportivas que deberían ser ajenas a enfrentamientos de tintes políticos, se alinean con los radicales dando a su vez la espalda a millones de seguidores que no tienen nada que ver con esta lucha independentista o que, incluso, son contrarios a ella. A esta masa, el Barça les dio ayer una estocada cediendo al chantaje de los radicales que advirtieron que, o les dejaban entrar la pancarta España, siéntate y habla, o iba a haber problemas serios para la celebración pacífica del partido. Y todo ello, contraviniendo de forma grave la reglamentación tanto de la Federación como de la Liga de Fútbol Profesional que impide que dentro del recinto de juego haya pancartas o simplemente camisetas de los jugadores en los que se hagan manifestaciones de carácter político. No hay que ir muy lejos para recordar que en Inglaterra obligaron a Pep Guardiola a que retirara su lazo amarillo de la chaqueta vistiendo el uniforme del club cuando estaba sentado en el banquillo...

Pues aquí en Cataluña no, es más, se consiente dejando entrar pancartas enormes pidiendo la libertad para los encarcelados por haber atentado contra la Constitución y encima, se apela de forma indigna a la libertad de expresión. Decía un directivo del Barça que el Camp Nou era un ejemplo de estadio donde se respetaba esa libertad de mostrar los ideales que cada uno tiene... ¡claro! Seguro que los mismos dirigentes no pondrían pegas a la celebración de un partido de la Selección Española en su feudo, que se colgara una pancarta de 20 metros de largo diciendo «Viva España» o que uno se paseara tranquilamente con la camiseta del Real Madrid por sus gradas sin ser insultado. Una asquerosa demagogia que ni ellos mismos se creen. Me repugnó ver las imágenes del partido cuando tuvo que pararse en el minuto 55 por lanzamientos de pelotas al grito de «independencia», una vergüenza retransmitida en directo para todo el planeta. Pero peor fue ver a decenas de delincuentes apedreando y pateando a Mossos d’Esquadra mientras les gritaban «escoria fascista» o «putos nazis», los mismos agentes que miraban hacia otro lado el día de la consulta ilegal. Esos que dicen que «no pasó nada» o que «no fue para tanto» quizás no vieron las cargas, los destrozos o, simplemente, son unos inconscientes. Lo peor de todo es que aquellos que promovieron la violencia, se hacen llamar Tsunami Democrático, ¡manda narices!

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canarias7 Cobardes que ceden al chantaje