Ciudad de ruidos
Ultramar ·
De un extremo a otro de la capital grancanaria el ruido se enseñorea en calles y plazasAsí arreciase la pandemia, Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, no se arredró y al grito de 'esta es la tierra de la libertad donde puedes tomarte unas cañas y unas tapas allí donde te plazca' apostó todo por y para la hostelería, sabedora de la ingente masa que se mueve en torno a ella. Y venció. Vaya que si venció. Tanto que la baronesa 'omnipotente' ha sido capaz de cambiar el curso de la vida del PP, por un quítame allá una sospecha insinuada desde la dirección de su propio partido contra su hermano.
Tales mañas crearon escuela y surgieron las terrazas exprés, como forma de aliviar la estrecheces que arrastraba un sector debilitado por las limitaciones de aforo que imponían las autoridades sanitarias con el ánimo de frenar los contagios. Vale. Pero, con orden, ¿no?
Supimos desde el principio que nada volvería a ser igual tras la covid-19. Muchas cosas han cambiado y van a cambiar. Una clamorosa es el paisaje de las ciudades, ahora salpicado por terrazas por todos los rincones. Solo en la capital grancanaria en este tiempo pandémico, se autorizaron 1.108. Y ahí siguen en medio de una nebulosa normativa que un timorato gobierno municipal no concreta y que, en consecuencia, no solo no impide sino que consiente no pocos desmanes de algunos que se han instalado en este reino del casi todo vale.
Resultado, de un extremo al otro de la ciudad el ruido se enseñorea en calles y plazas, en las que ha quedado en veremos lo de la accesibilidad universal, a la vista de que el tránsito peatonal es un auténtico ejercicio de equilibrismo, dada la alta densidad de mesas, sillas y sombrillas, y bodrios estéticos que salpican cientos de rincones.
Ya no son uno ni dos los puntos negros. De Vegueta a La Puntilla, pasando por Cano, Triana, Perdomo, Lagunetas, Ruiz de Alda, Farray, Los Betancores, Joaquín Costa, Fernando Guanarteme, Isla de Cuba, Bernardo de La Torre, Secretario Artiles, Las Canteras... aforos sobredimensionados, ruido en exceso, convivencia resentida. Mientras, el control, brilla por su ausencia. Al final terminarán pagando justos por pecadores. Profesionales por arribistas sin prejuicios.
Hace poco, en este mismo periódico el concejal capitalino del Partido Popular Ángel Sabroso denunciaba que la unidad especial de la Policía Local de control de espacios públicos y ocio nocturno, la encargada de realizar las mediciones de ruidos se había desmantelado en 2019.
Vivir para ver, ensordecer y enloquecer.