Lo que habría que celebrar

El Congreso de los Diputados acoge hoy un acto con motivo del 40 aniversario del 23F. O más bien del fracaso del golpe de Estado. Y, como no podía ser menos, la propia celebración llega rodeada envuelta en cierta polémica. A saber: por un lado, por la ausencia de representantes de media docena de partidos al entender que no hay motivo para que el protagonismo recaiga en el rey Felipe VI, y, por otro, porque el monarca que hace cuatro décadas compareció en televisión para desmarcarse de la intentona golpista sigue disfrutando de un lujoso retiro o fuga (según se mire), sin que sepamos si piensa regresar y dar algún tipo de explicación sobre las investigaciones judiciales que apuntan a una fortuna no declarada y movimientos opacos de capitales.

Si damos por buena la versión oficial, según la cual el 23F fracasó porque el rey apostó claramente por la democracia, entonces el acto institucional debería contar con la participación de Juan Carlos I. Y si no presencialmente, pues al menos con una conexión en directo, como manda en los tiempos del teletrabajo. Lo digo porque se supone que el hombre sigue desempeñando su trabajo de rey emérito...

El rey Felipe VI nos puede hablar hoy de cómo lo vivió pero siempre será con vagos recuerdos, como príncipe de entonces que no era otra cosa que un niño. Por eso quizás la conmemoración debió haberse diseñado de otra forma: con una declaración institucional al comienzo del pleno quizás habría sido suficiente. Más aún cuando el presidente saliente en aquel pleno, esto es, Adolfo Suárez, tampoco está entre nosotros, como tampoco contamos con el candidato a jefe del Ejecutivo, Leopoldo Calvo Sotelo.

Tras aquel intento fallido de golpe, se celebró en Madrid una gigantesca manifestación en la que iban de la mano izquierda, derecha, centro, nacionalistas, sindicatos, empresarios y representantes sociales. Eso es lo que debió conmemorarse y eso es lo que creo que habría que recordar. Sobre todo ahora, cuando, cuarenta años después, sentar en una misma mesa a derecha e izquierda resulta casi imposible.

Recordaban estos días algunos participantes en aquel pleno del 23F, como también en las Cortes constituyentes, que en las Cortes de la Transición participaron hombres y mujeres que tenían mucho que echarse en cara porque habían participado activamente en la Guerra Civil, en la dictadura como opresores y como represaliados. Y sin embargo tuvieron altura de miras... lo mismo que falta ahora.