Las Dunas de Maspalomas: el tesoro natural que el Cabildo de Gran Canaria ha olvidado
Carlos Culebras Cáceres
Consejero del grupo de Coalición Canaria en el Cabildo de Gran Canaria
Sábado, 2 de agosto 2025, 21:15
Las Dunas de Maspalomas no son solo un atractivo turístico. Son, ante todo, un símbolo de Gran Canaria, un ecosistema único y frágil, un tesoro ... natural que hemos heredado y que estamos obligados a proteger. En su entorno conviven la charca, los palmerales y una biodiversidad que debería ser motivo de orgullo y de acción. Sin embargo, la realidad hoy es bien distinta: lo que debería ser un ejemplo de conservación se ha convertido en un espacio desprotegido, degradado y cada vez más amenazado por la desidia institucional.
Hace más de una década que el Cabildo de Gran Canaria, gobernado por el pacto entre Nueva Canarias y PSOE, prometió medidas para preservar este espacio natural. Diez años después, lo único que se ha consolidado es la falta de gestión, el abandono, y una larga lista de excusas. Porque, seamos claros: cuando en otras partes del mundo se protegen sistemas dunares sin problema, aquí lo único que hemos visto son promesas incumplidas, actuaciones ineficaces y una preocupante dejación de funciones.
Las Dunas de Maspalomas fueron declaradas Reserva Natural Especial en 1994, pero eso no ha bastado para garantizar su conservación. Hoy, a pesar de su estatus protegido, es el espacio natural más visitado de la isla, con accesos no controlados, falta de señalización, ausencia de vigilancia efectiva y una presión humana desbordada que compromete su equilibrio ecológico. Las agresiones al ecosistema son frecuentes y afectan tanto a la flora como a la fauna autóctona. Estamos ante un sistema natural dinámico, dependiente del viento, del clima y, por supuesto, de la intervención humana. Y cuando esta última se da sin control, los daños son irreparables.
Proteger no significa prohibir. Significa cuidar, ordenar, limitar el acceso si es necesario, educar y concienciar. Significa apostar por una gestión seria, que combine la conservación con el uso responsable. Las soluciones existen y se han aplicado con éxito en muchos lugares: control de accesos, senderos delimitados, límites de aforo diario, campañas de sensibilización, vigilancia ambiental constante, gestión de residuos, restauración del hábitat y participación de la comunidad local. Todo esto es posible. Lo que falta es voluntad política.
Y no nos engañemos: lo que pasa en Maspalomas no es una excepción. Lamentablemente, es una forma de hacer las cosas que se repite en demasiados espacios naturales y patrimoniales de Gran Canaria. Ahí está el caso del entorno de Bandama, del pinar de Tamadaba o de muchos yacimientos arqueológicos repartidos por la isla, cuya gestión y protección son también competencia del Cabildo. Lugares de enorme valor histórico, cultural y ambiental que languidecen por la falta de planificación, inversión y cuidado. Espacios que deberían tratarse con mimo y que, sin embargo, parecen estar abandonados a su suerte.
Desde nuestra posición, lo decimos claro: las Dunas de Maspalomas no pueden seguir siendo víctimas del abandono institucional. Gran Canaria necesita recuperar el liderazgo en la protección de su patrimonio natural. Porque no se trata solo de cuidar un espacio bonito para las fotos, sino de defender el futuro de la isla, su biodiversidad, su paisaje, su identidad.
En concreto, desde el grupo de Coalición Canaria hemos presentado en las sesiones plenarias del Cabildo de Gran Canaria diversas iniciativas enfocadas en la protección de las Dunas, todas ellas rechazadas por el grupo de gobierno insular. Al mismo tiempo, en nuestro seguimiento no han faltado las preguntas acerca de las acciones impulsadas por parte del Cabildo de Gran Canaria en el entorno en fechas claves, como el período estival de Semana Santa, obteniendo respuestas realmente sorprendentes, pues en ningún caso han efectuado planes especiales.
Con todo, el Cabildo de Gran Canaria tiene la obligación de actuar y, si no lo hace, no será por falta de medios, ni por impedimentos técnicos, ni porque no se sepa lo que hay que hacer. Será por falta de compromiso y por mirar para otro lado. Las excusas ya no sirven. Lo dicen los hechos.
Las Dunas son de todos y para todos. No permitamos que sigan siendo un recurso explotado sin control. Con una gestión adecuada y sostenible, pueden seguir siendo un símbolo de Gran Canaria durante generaciones. Pero para eso, hace falta algo que hasta ahora ha brillado por su ausencia: responsabilidad política.
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