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EFE
Cómo cambian los tiempos

Cómo cambian los tiempos

Ultramar ·

Que no se olvide que Canarias dijo no al petróleo y que las aguas saharauis no son marroquíes

Viernes, 22 de abril 2022, 23:25

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Ha llovido bastante pero conviene no olvidarlo. La movilización ciudadana contra las prospecciones petrolíferas que el Gobierno del PP, presidido por Mariano Rajoy y con el canario José Manuel Soria como ministro de Industria, autorizó a Repsol en aguas canarias queda para la historia como una de las más multitudinarias de las habidas en esta comunidad. Entonces, allá por 2014 y 2015, la ciudadanía, de forma mayoritaria, dijo claro y alto que su apuesta era por un futuro más limpio, lo que exigía limar la dependencia energética que sufrimos, desarrollando alternativas menos contaminantes.

Tampoco hay que olvidar que en septiembre de 2021 el Tribunal General de la Unión Europea anuló los acuerdos de asociación y de pesca entre la UE y Marruecos para explotar recursos del Sáhara Occidental, al considerar que ese territorio sigue en litigio.

Antes, en 2015 el Tribunal Superior de Justicia de la Unión, la máxima instancia judicial comunitaria, ya había anulado el acuerdo comercial firmado en 2012 entre Bruselas y Rabat, que permitía a Marruecos vender sus productos agrícolas, incluidos los del Sáhara Occidental, ya que la soberanía del país sobre esa antigua colonia no estaba reconocida por la Unión ni por la ONU. Tres años más tarde volvería a incidir en el mismo argumento.

Como quiera que han cambiado los tiempos y la movilización ciudadana parece atemperada, pandemia mediante, los hay que creen que la memoria es frágil y, en consecuencia, vale reconocer de facto la soberanía marroquí sobre las aguas saharauis o bajar el labio ante las pretensiones petroleras del vecino reino alauí, aun cuando estas todavía no se hayan concretado en la franja saharaui, en pro de un nuevo periodo de relaciones.

Los tiempos pueden haber cambiado, pero las circunstancias continúan siendo las mismas, es decir, el agua que consumimos en las islas procede en gran medida, tras su desalación, del mar y la economía insular se sigue sustentando, y a la vista está de que así será por mucho tiempo, en el turismo, un sector tremendamente sensible a cualquier catástrofe marina, lo que obliga a evitar cualquier riesgo que amenace nuestras costas, lo que pasa por contestar con firmeza cualquier pretensión que pueda acarrear daños irreversibles al entorno y economía archipielágica y negociar, de una vez, el límite de nuestras aguas, dejando claro que las saharauis no son de soberanía marroquí. Ahí está la voluntad de la ciudadanía y la jurisprudencia.

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