Bienvenido al matadero fiscal
Beatriz Bgangu
Las Palmas de Gran Canaria
Miércoles, 2 de julio 2025, 23:03
Eres autónomo? Entonces eres el idiota funcional del sistema, el héroe olvidado que carga sobre sus hombros el peso de un país mientras le arrancan ... hasta el último euro con precisión quirúrgica. Da igual si trabajas desde el amanecer hasta que los ojos te arden frente a la pantalla; Hacienda y la Seguridad Social siempre estarán al acecho, con sus garras afiladas y su retórica de 'justicia fiscal', listas para despojarte sin contemplaciones.
¿Facturaste este mes? Felicidades, eres un privilegiado. Pero no te ilusiones demasiado: antes de que puedas oler ese dinero, el sistema ya ha decidido cuánto se quedará. Primero, el IVA/IGIC, porque claro, tú eres el recaudador gratuito de Hacienda. Después, el IRPF, que se lleva su tajada, aunque vivas a base de arroz de supermercado y te resignes a que el aguacate sea un lujo inalcanzable. Y por último, la Seguridad Social, que no distingue entre quien factura 300 euros y quien factura 300.000. Su cuota es sagrada, inamovible, implacable.
¿Y qué recibes a cambio de todo esto? Nada que no te haga sentir como un completo imbécil. Tu pensión será un mal chiste que ni siquiera alcanzará para los cafés que necesitarás para mantenerte despierto cuando ya no puedas trabajar. Las ayudas para autónomos son el equivalente administrativo de un unicornio: todo el mundo habla de ellas, pero nadie las ha visto. Y la burocracia… Ah, la burocracia, ese laberinto kafkiano donde la única certeza es que te equivocarás y pagarás por ello, ya sea en multas o en tiempo perdido (que también es dinero).
¿Quieres innovar, crecer, contratar a alguien? Adelante, pero prepárate para un desfile interminable de normativas y trabas que te harán replantearte si realmente merece la pena. Aquí no se fomenta el emprendimiento, se castiga. Mientras tanto, las grandes corporaciones disfrutan de ventajas fiscales que tú ni siquiera puedes soñar. Ellas cuentan con equipos de asesores que conocen cada resquicio legal; tú tienes un gestor que hace malabares con tus facturas para que no te caiga una inspección. No es justicia fiscal, es saqueo organizado.
Y no olvidemos el relato que nos venden: que los impuestos son para construir una sociedad mejor. Pero la realidad es otra. Mientras tú sudas cada euro, los servicios públicos están en ruinas y la corrupción sigue campando a sus anchas. No se trata de negarse a contribuir, sino de hacerlo a cambio de algo tangible, de no pagar como rico para recibir como pobre. ¿Dónde está el retorno de tu sacrificio? ¿Dónde está esa sociedad mejor que, supuestamente, tus contribuciones financian?
Porque ser autónomo en España no es un oficio, es un suplicio. Es firmar un contrato con el Estado que, en letra pequeña, advierte: 'Te dejaremos trabajar, pero no vivir. Podrás ganar, pero nunca demasiado. Y si un día crees que estás saliendo a flote, te recordaremos quién manda con un requerimiento sorpresa o una inspección que te hará replantearte la vida'.
Lo más irónico es que todavía te culpan por quejarte. Que si los autónomos no contribuimos lo suficiente, que si hay fraude, que si deberíamos estar agradecidos por lo que tenemos. ¿Agradecidos? Agradecido estaría si, al menos una vez, Hacienda usara lubricante. Porque lo que hacen no es cobrar impuestos: es una agresión sistemática disfrazada de 'redistribución'.
Así que, querido autónomo, sigue adelante. Sigue pagando religiosamente tus cuotas y entregando tus cuentas con puntualidad suiza. Sigue luchando contra este sistema vampírico que te exprime y te desprecia al mismo tiempo. Porque, al final, lo único que parece más irrompible que este sistema es tu espíritu de superviviente. Aunque, siendo sinceros, hasta eso tiene un límite.
Y justo ahora, en plena temporada de la renta, toca volver a rendir cuentas. Aunque el Estado, una vez más, no rinda las suyas.
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