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Ya ves, Aylan, no debimos publicar tu foto

Del director ·

Lunes, 7 de septiembre 2020, 07:46

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Se acaban de cumplir cinco años de la muerte del niño Aylan. Sí, aquel que se ahogó cuando trataba de llegar a suelo turco huyendo del desastre de Siria. Fue entonces la imagen de la tragedia que hay detrás de la inmigración irregular y se supone que aquello iba a remover las conciencias de todos. En paralelo también estaban los indignados por la publicación de la foto, los que decían que era innecesario exhibir un cadáver...

Pero siguió habiendo Aylan. Muchos... no digo demasiados porque solo uno ya es demasiado. Esta misma semana se juzga en Gran Canaria el caso de la bebé Sephora, que murió en la patera que la traía a las islas. Y no hace tanto que arribó un cayuco con una decena de cadáveres a bordo a Arinaga. ¿Se ha movido cielo y tierra para atajar episodios así y garantizar que no se repitan? La respuesta es fácil: anotemos los días y veremos cuánto tarda en producirse otra tragedia. ¡Ah!, y un matiz: que no lo sepamos no quiere decir que no se produzcan. Cosas que tiene morir perdido en el océano: no da tiempo de subir una foto a Instagram.

Ahora que estamos en víspera de la visita de un ministro, podremos dormir tranquilos. Como se amontonan en el muelle de Arguineguín y las fotos son molestas -y mira que se esforzaron en poner a la prensa a mucha distancia-, pues se monta con celeridad una operación de maquillaje y por eso se buscó un alojamiento. El que fuera. Con ventilación y baño, eso sí, porque tampoco fue presentable la foto de la nave en el puerto (ah, lo importante en eso fue saber quién captó la imagen y no poner remedio a la vergüenza ajena). De manera que se está creando un centro de confinamiento y allí se les deja en un limbo. ¿Se está resolviendo el problema de fondo? No. ¿Se está evitando de nuevo una foto incómoda? Sí. O sea, que nos ponemos una tirita donde hay una hemorragia y, además, buscamos una de esas que son de colorines y van a juego con el color de la montura de las gafas. Resolver no se resuelve nadan pero igual se gana un Like en las redes sociales.

Aylan, como Sephora, tuvieron la desgracia de morir. Pero su desgracia es doble: murieron en vano. Si hoy llegasen vivos a nuestras costas, la prioridad no sería garantizar que otros como ellos no se arriesguen, sino que no se les vea. Que se vuelvan invisibles. Y como en el muelle de Arguineguín resulta que la dichosa prensa consigue fotografiarlos, pues a alguien se les ocurre llevaros a una cárcel de tres estrellas. Pero cárcel a fin de cuentas. Ah, y que todo ocurra aquí, en este apartado lugar del Atlántico, porque en la península debe ser que son más visibles. Que vamos camino de convertirnos en el penal de la Isla del Diablo, pues mientras no trascienda en ultramar, bienvenido sea.

Así que, pequeño Aylan, ya ves: lo único claro en el quinto cumpleaños de tu muerte es que no debimos publicar tu foto.

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