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Asuntos mundanos

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Ultramar ·

Curioso misterio el de los pasos de peatones encharcados e intransitables cuando llueve algo

Sábado, 16 de enero 2021, 06:59

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Esta semana Iñaki Gabilondo, referente del buen periodismo, anunció que dejaba de hacer su análisis diario de la actualidad y lo hacía al sentirse «empachado» y «sin fuerzas para sumarse al día a día de una lucha partidista tan encarnizada. La fe flaquea y no quiero ser el cenizo pesimista de las 7.30 horas.

Si un profesional de la talla de Gabilondo ha alcanzado tal nivel de hastío, qué no decir del común de los mortales. Cualquier cosa vale, temporal incluido, para desatar el encarnizamiento partidista, en un suma y sigue de alejamiento del interés, preocupaciones y carencias generales.

El ilustre profesional, que aconsejaba con sabiduría a los periodistas atender a la que él llamaba teoría del puercoespín, que no es otra que acercarse lo suficiente a los problemas como para sentir el calor humano que desprenden, pero no tanto como para pincharse con las espinas, porque solo así se puede mantener la capacidad de observación, crítica e independencia, vuelve a dar una lección negándose a ser el cenizo diario. Porque en esto del periodismo también ha de haber noticias positivas, aunque tal y como se comportan nuestros principales dirigentes resulta difícil encontrarlas.

Y el desencanto no es acriticismo, muy al contrario, es respuesta a los que ignoran que el odio es pegajoso y que una vez desatado la conciliación y convivencia se tornan difíciles. Los tambores del hastío suenan desde hace mucho y no solo no se atienden sino que se incita a su redoble.

2021, este año recién iniciado y presentado como el del principio del fin del túnel pandémico y del comienzo del tibio remonte de una economía ahora asolada, no invita en sus primeros días a la alegría, aunque la fe en las vacunas nos sostienen. Ya decían los versos populares, que divulgó Pedro García Cabrera, que a la mar fuimos por naranjas, sabiendo que la mar no tiene y aún así metimos la mano en al agua porque la esperanza nos mantiene; por tanto, por qué no pretender que, después de todo lo vivido y sufrido, sirva 2021 para desterrar encarnizamientos y los mandamases tengan a bien atender, por algo se empieza, a los asuntos mundanos que nos alivian o complican el día a día, como, por ejemplo, resolver ese misterio que hace que la práctica totalidad de los pasos de peatones de la capital grancanaria queden intransitables por los charcos que en ellos se forman cada vez que caen cuatro gotas, o fijar las miles de baldosas sueltas que nos salpican la ropa al pisarlas. ¿Simple? Sí, pero no pocos cabreos nos evitaríamos. Y algo es algo, solo para empezar.

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