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Una alarma de quita y pon

Del director ·

Cuidado con equivocarse con el retorno del turismo porque un fallo puede ser catastrófico

Lunes, 26 de octubre 2020, 07:36

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Tras ser bendecido por el papa Francisco, Pedro Sánchez se reunió ayer con sus ministros y aprobó un decreto de estado de alarma que es, cuando menos, peculiar. En el fondo y en la duración. En lo primero, porque supone poner a prueba el funcionamiento del Estado, por cuanto deposita la responsabilidad de la aplicación en los gobiernos autonómicos. O sea, los mismos que durante estos meses de aparente nueva normalidad han demostrado en muchos casos su incapacidad para frenar la espiral de contagios. Ytambién porque deja en manos de las autonomías los cierres perimetrales de la región, cuando si algo sabemos a estas alturas es que el virus no distingue entre lindes, de manera que si una autonomía no hace bien los deberes, las de al lado sufren las consecuencias -no hay más que preguntarle a los vecinos de la Comunidad de Madrid-. Con ello, el estado de alarma 'plurinacional' es algo así como un acto de fe en la reponsabilidad de todos los gobernantes autonómicos, pues basta que uno de ellos falle en la gestión para que el error contagie -nunca mejor dicho- al resto.

En cuanto a la duración, lo que plantea Sánchez es un periodo de seis meses, recortable si las circunstancias lo permiten. Es evidente que con ello se evita estar cada quince días negociando los apoyos parlamentarios para una prórroga, pero a priori parece excesivo. Se aferró Sánchez a que eso es lo que recomiendan los «expertos», pero si algo sabemos también a estas alturas del campeonato es que los supuestos «expertos» son un misterio:o viven en el anonimato por no sabemos qué motivo o igual no existen.

Pese a que Canarias queda fuera -al menos por ahora- del toque de queda nocturno, es evidente que el impacto económico será demoledor, máxime en un país donde los servicios tienen tanto peso en el PIB y que está a las puertas de la campaña comercial navideña. No es cuestión de consolarse con los males de otros, pero quizás conviene abrir los ojos y ver lo que ayer mismo se aprobó en Italia: restaurantes y bares cierran entre semana por decreto a las seis de la tarde y gimnasios, teatros y cines echan el cierre.

Y en clave canaria, nuestra alarma es otra: empiezan retornar los turistas y no se aprovechó el tiempo de 'turismo cero' para pensar cuál sería el protocolo a aplicar. Ahora todo son prisas, presiones, contradicciones y algunos 'intereses creados'. Cuidado con equivocarse porque vivimos de nuestra imagen y un fallo puede ser catastrófico. Ycuidado con que el Gobierno hable diferentes idiomas en una materia tan sensible con el turismo.

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