Borrar
Aislamientos

Aislamientos

Jueves, 1 de enero 1970

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Los isleños sabemos que los viajes más lejanos son los que más se aproximan a nuestros adentros. El aislamiento tenía mucho que ver con aquel horizonte lejano que cuando éramos niños creíamos que delimitaba el mundo. No concebíamos que más allá de aquella raya oceánica hubiera más tierra o más lugares que se parecieran a la tierra que pisábamos. Esa sensación quizá fue la que nos enseñó a mirar hacia dentro y a buscarnos confiando, al mismo tiempo, en que aquel horizonte lejano fuera solo una incapacidad de nuestra propia mirada.

Pero hasta que vimos llegar los barcos, y hasta que salimos y entramos muchas veces, tuvimos que rastrear en nosotros mismos y respondernos a muchas preguntas. Ahora todos vivimos aislados en nuestras propias casas, y creo que es el momento de aprovechar ese aislamiento (que viene justamente de isla) para reconocernos y para volver a salir luego al mundo con unas mentalidades y unas metas diferentes. No hace falta que nos hagamos los valientes, que nos creamos inmortales o que miremos altaneros a los que se esfuerzan en cambiar su modo de vida, aquella carrera alocada hacia ninguna parte que creíamos que nos iba a volver eternos. Este virus es un aviso para que por fin aprendamos a vivir de una manera diferente. El individualismo de los últimos años no valía para nada si no conllevaba un beneficio para todos. Creo que eso lo estamos aprendiendo ahora. No se puede mirar para uno mismo todo el tiempo, y esta soledad, lejos de ser una separación, ha de acercarnos a la certeza de que el amor y la convivencia son las únicas herramientas que tenemos para que este planeta siga siendo un lugar habitable en todas partes.

Quizá nos olvidemos de casi todo lo que se va a remover en nuestros adentros en los próximos días. Nos pasará como cuando se muere alguien cercano y nos decimos que cambiaremos de arriba abajo lo que estamos haciendo, que estamos equivocados, y que la vida son tres días que pasan volando. Luego, al paso de esos mismos días, casi nunca cambiamos por completo; pero la suma de esos pequeños avisos inevitables hace que, poco a poco, casi sin darnos cuenta, vayamos creciendo por dentro y cambiando nuestras prioridades y nuestros sueños. Ahora sabemos de la importancia de un beso o de un abrazo, o de poder adentrarnos en el mar o sentarnos en un parque a escuchar los pájaros o a ver a nuestros hijos persiguiendo pompas de jabón o correteando de un lado para otro. La ambición es estar vivo y tratar de ser feliz todo el tiempo que podamos, estar sanos y poder movernos con libertad de un lado para otro. Casi todo lo demás era prescindible.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios