Acra
Desde mi sofá ·
A lo que iban algunos empresarios y políticos en la misión comercial que me tocó vivir junto a ellos en Ghana fue un triste preludio de lo que está destapando el caso MediadorMuchos andan escandalizados con lo que se va conociendo del llamado caso Mediador. No solo por la presunta trama de corrupción que se investiga, sino por el chusco y despreciable destino que algunos de los implicados le daban a las tajadas que se llevaban. Me refiero, como ya intuirán si han seguido en este periódico el devenir de los acontecimientos, la contratación de prostitutas, las visitas a burdeles y el consumo de sustancias estupefacientes.
Generalizar es injusto. A raíz de este caso y de cualquier otro. Pero también es cierto que el descrédito que pesa desde hace tiempo sobre la clase política no es gratuito. Este 'modus operandi' ni es nuevo ni acabará. Al menos a largo plazo, sobre todo porque los que aterrizan en el sector lo que buscan, en la mayoría de los casos, es eso. Vivir la vida loca, amasar dinero, sea negro o blanco, y aquí paz y en el cielo gloria.
Hace ya bastantes años, cuando daba mis primeros pasos en este periódico, me tocó viajar a Ghana, para cubrir una expedición empresarial y política canaria que se desarrollaba en la capital de este país africano, Acra. Hablo de poco antes del año 2000. En la recepción y en los pasillos del hotel donde se alojaba toda la expedición, los que íbamos a trabajar descubrimos nada más llegar a qué había acudido el resto. La misión comercial de aquellos tenía piernas finas, jóvenes y necesidad de ganar dinero para sobrellevar la pobreza. Actuaban sin escrúpulos, entendían que aquello era lo normal y se sorprendían cuando se topaban con los que no les seguían el juego. Un triste preludio, como tantos otros, del caso Mediador.