Tengamos el idioma en paz
Guste a sus enemigos, que como todo lo importante los tiene, o no guste, el español, o castellano si se prefiere, es actualmente la lengua oficial de más de una veintena de países
Diego Carcedo
Martes, 21 de octubre 2025, 23:16
Mirando bien a nuestro alrededor, la triste realidad es que en España cada vez tenemos menos razones por sentirnos satisfechos. La imagen política que ofrecemos ... en el extranjero y sufrimos en el interior es catastrófica. El Gobierno se tambalea hipotecado con conflictos familiares e incertidumbre parlamentaria. La corrupción es la realidad emergente con más fuerza. La economía alardeada desde el poder oculta los índices crecientes de la pobreza. En resumen, la política es como una feria de trastos viejos y hasta la Justicia, que sigue siendo lo más serio, sigue lastrada con el caso insólito de un fiscal del Estado procesado como un delincuente más.
Entre lo poco que queda a salvo es el idioma, la lengua heredada de cuatro siglos, expandida por el resto del mundo con gran pujanza y preservada en su esencia y actualización de acuerdo con la evolución de los tiempos. Históricamente resulta paradójico que haya sido un noble casi olvidado quien acertó creando la institución más prestigiosa y eficaz encargada - y enseguida habría que añadir que con éxito -, de preservar la lengua, expandirla por el resto del mundo y convertirla en una de las más pujantes entre los miles que se hablan.
Guste a sus enemigos, que como todo lo importante los tiene, o no guste, el español, o castellano si se prefiere, es actualmente el idioma oficial de más de una veintena de países, el segundo más usado en otros y el que suma mayor número de alumnos que lo estudian como segunda lengua en los cinco continentes. Hay que añadir que no es incompatible con otros idiomas minoritarios, dentro y fuera de España, dignos de todo el respeto, cuyo pragmatismo no pueden competir, más allá de su valor tradicional y sentimental, a la hora de valorar su utilidad.
Es lógico que algunos intereses de índole electoral se esfuercen hasta rayar en la insistencia en sumarlos a las instituciones supranacionales también como lenguas oficiales, una pretensión de muchos otros centenares idiomas regionales o locales para los que no existe cavidad en las instituciones supranacionales. Lo que estos días es lo más sorprendente y nada edificante para la protección del español es que dos altos responsables de la lengua y la cultura, estén protagonizando un enfrentamiento sobre este tema.
Reconozco que me ha producido tanto rechazo que no me atrevo a pronunciarme sobre las diferencias. Hay quien aventura razones políticas, entre el presidente de la RAE, Santiago Muñoz Machado, elegido por el conjunto de los miembros de la Academia y el presidente de los Institutos Cervantes nombrado por el Gobierno. Se trata de dos intelectuales importantes y no me explico su incapacidad para dirimir sus diferencias partiendo del interés común que comparten.
El enfrentamiento cobra mayor rechazo teniendo en cuenta que ha surgido en torno al Congreso Mundial sobre la lengua celebrado en Arequipa en honor y recuerdo del gran escritor hispano Mario Vargas Llosa, quien desde su condición compartida entre peruano y español, estará moviendo la cabeza ante tanto desperdicio de inteligencia y sensibilidad. Nada como el español ofrece más razones para compartirlo en paz, como ejemplarizando los reunidos, 22 presidentes de Academia, respaldando al español Muñoz Machado.
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