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Sánchez y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en el debate de Presupuestos de 2019. Chema Moya / EFE
Sánchez intenta rearmar una mayoría para los Presupuestos que apuntale la legislatura

Sánchez intenta rearmar una mayoría para los Presupuestos que apuntale la legislatura

La cercanía electoral en Cataluña aleja a ERC del Gobierno y acerca cada vez más a Ciudadanos pese al veto de Podemos

Sábado, 29 de agosto 2020

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El coronavirus arrasó las previsiones económicas del Gobierno y puso en jaque una legislatura que, aparentemente, estaba encauzada. El Ejecutivo ya había aprobado en el Congreso, con la complicidad de Esquerra, los objetivos de estabilidad para diseñar los Presupuestos de este ejercicio y del siguiente y tenía el proyecto prácticamente elaborado. Tras el envite de la pandemia, estas cuentas quedaron en papel mojado y hubo que empezar de cero. El Ministerio de Hacienda reinició la maquinaria y comenzó a buscar, de nuevo, todos los mimbres con los que poder hacer el cesto presupuestario.

El calendario fijado por el departamento que dirige María Jesús Montero contempla que a finales de septiembre o principios de octubre haya un proyecto de ley registrado en la Cámara baja. Y que, para entonces, el Gobierno tenga amarrados los respaldos que permitan superar el trámite de las enmiendas a la totalidad. En ese debate, el Ejecutivo necesita que no haya más votos a favor de la devolución de la propuesta que en contra, o, a lo sumo, un empate que eche por tierra el intento de tumbar las cuentas. En resumen, 175 apoyos con los que, por ahora, no cuenta -PSOE y Unidas Podemos suman 155 escaños- para que los Presupuestos de Cristóbal Montoro pasen a mejor vida. «Eran ya inservibles antes de la pandemia. Ahora son nocivos y contraproducentes», aseveró Pedro Sánchez el martes tras el Consejo de Ministros.

Con esta premisa, el Gobierno emprende esta semana los primeros pasos de la compleja negociación para salvar unos Presupuestos clave para el reparto de las ayudas europeas. A España le corresponden 140.000 millones del fondo de reconstrucción, de los que 72.000 millones serán ayudas a fondo perdido y el resto, préstamos. Pero en el Ejecutivo de coalición existe un debate entre socios, que se evidencia en público con un choque de estrategias, sobre las alianzas a construir.

Mientras Unidas Podemos apuesta por reproducir la mayoría de la investidura, con un sesgo a la izquierda y la complicidad de Esquerra, el PSOE no cierra ninguna puerta para sacar las cuentas y cultiva los cauces de diálogo con Ciudadanos. Sánchez no oculta su interés por intentar sumar a los liberales a ese pacto presupuestario. Prueba de ello es que el jefe del Ejecutivo ha priorizado su encuentro con Inés Arrimadas dentro de la ronda de contactos de esta semana en la Moncloa para abordar la situación política. La líder naranja está citada el miércoles, después del jefe de la oposición, Pablo Casado, y antes que el portavoz parlamentario de Esquerra, Gabriel Rufián.

La relación con Ciudadanos comenzó a engrasarse en plena emergencia sanitaria, con su apoyo a las seis prórrogas del estado de alarma y el acercamiento durante la comisión de reconstrucción, y ha terminado por consolidarse este verano con las dos reuniones que han mantenido al más alto nivel.

Sin el «influjo» morado

La dirección de Ciudadanos ya ha mostrado su disposición a sentarse a hablar y tratar de pactar unos Presupuestos «moderados y pragmáticos». En las filas naranjas recuerdan que Arrimadas fue la primera en tender la mano a Sánchez para unas cuentas de «emergencia nacional».

Un proyecto que, en todo caso, deberá estar alejado del «influjo» de Podemos si el Gobierno quiere contar con el respaldo de los diez diputados liberales. «Sus prioridades económicas son absolutamente antagónicas a las nuestras. Creemos, además, que son absolutamente ineficaces y que serían además letales para la economía», reconocía el viernes el candidato de Ciudadanos a la Generalitat, Carlos Carrizosa.

Sánchez es consciente de las dificultades que implica poner de acuerdo a la formación liberal y a su socio en el Gobierno, pero no renunciará a su voluntad de negociar con todos los partidos que se presten a ello. El socialista necesita unas cuentas públicas a las que trasladar sus políticas y a través de las cuales hacer posible la llegada del maná europeo. Si lo consigue dejaría encarrilada la legislatura y se aseguraría, salvo imprevistos, su permanencia en la Moncloa hasta 2023. De ahí que en los últimos días haya reclamado un «acuerdo de país», un pacto con el mayor número de fuerzas posible, sin desistir de sumar al PP, y encontrar así una mayor estabilidad parlamentaria.

Aparcar los vetos

En esa línea, la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, instó también a todos los partidos a arrimar el hombro. Los socialistas asumen que las cuentas no serán «cien por cien» las que querría el Gobierno de coalición y que las cesiones son inevitables. De un lado y de otro. «Serán unos Presupuestos negociados y, por tanto, con matices», aseguró la número dos del Ejecutivo el viernes durante una visita a Mérida.

Pero Unidas Podemos es absolutamente reacia a sumar a los liberales a la ecuación y sostiene que acordar las cuentas públicas con Ciudadanos, en lugar de con Esquerra, implicaría recortes. Los de Pablo Iglesias insisten en que «ese camino está cerrado y no lleva a ninguna parte». Su veto del viernes, a la espera de ver cómo evoluciona, le complica, de momento, al jefe del Ejecutivo su estrategia de negociación.

Lo que reclama la formación de Iglesias es que Sánchez reconstruya la mayoría que permitió la moción de censura y la investidura. Pero la cercanía electoral en Cataluña aleja esa posibilidad. Los republicanos ya fueron tomando distancia durante el estado de alarma y ahora piden al Gobierno un «cambio de actitud» ante el «conflicto» catalán a cambio de su respaldo a los números del próximo ejercicio. Unas cuentas que servirán a Sánchez para calibrar su relación con los soberanistas, pero que serán también la prueba de fuego de la estabilidad del Ejecutivo de coalición.

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