Illa intenta aislarse sin éxito de la inestabilidad de la política nacional
El catalán, el cupo y Puigdemont, retos del presidente de la Generalitat para el curso entrante
El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, situó este sábado la mejora de los servicios públicos como el objetivo central del curso político que empieza. ... Illa ha reunido dos días a sus consejeros en Arnes (Tarragona), donde se han conjurado para aprobar sus primeros Presupuestos, en el segundo año de gobierno socialista en Cataluña, tras más de casi tres lustros de ejecutivos independentistas. Las últimas cuentas de la Generalitat datan de 2023, cuando gobernaba ERC. Gestión y moderación son los ingredientes que ha recetado Illa para su mandato para tratar de huir del ruido y la polarización que llega de Madrid.
Pero la política estatal y la catalana están muy relacionadas. Lo que ocurre en un lado afecta al otro y viceversa. El nexo es fuerte desde el momento en que tanto el Gobierno central como el catalán están en manos de los socialistas, con intereses comunes, y además, ambos fían su estabilidad a los independentistas.
En Madrid y Barcelona tienen que ceder y en ocasiones, las negociaciones son multilaterales, como con la financiación singular, entre el PSOE, PSC, ERC, el Gobierno y el Govern. Cuando negocia Junts, lo hace con el PSOE y con el Gobierno, pero el destinatario de sus conversaciones suele ser el Ejecutivo catalán, como ocurrirá si sale adelante la delegación de las competencias de inmigración.
En esta maraña cruzada de intereses están los Presupuestos. ERC ha sido claro. Si no hay avances en el cupo catalán, no negociará las cuentas ni del Estado ni de la Generalitat. Los republicanos las meten en el mismo saco, aunque en el Gobierno y en el Govern intenten separar carpetas. La cesión sobre la financiación singular depende del Ministerio de Hacienda. La vicepresidenta María Jesús Montero es la candidata socialista en Andalucía. Todo lo que tenga el más mínimo aroma a cesión de privilegios a los catalanes le penalizará electoralmente. Sus decisiones condicionan el apoyo de ERC y su negativa a negociar los Presupuestos.
Sin cuentas propias, Illa no puede consolidarse en su primera legislatura. Fuentes parlamentarias señalan que Junts y ERC no pueden permitir que se afiance porque de lo contrario les esperan años en la oposición. La próxima sentencia sobre el catalán en el Tribunal Constitucional se antoja clave para que ERC se distancie del todo de los socialistas. Si el TC avala que las escuelas catalanas deban impartir el 25% de sus clases en castellano y el Govern no ofrece más alternativa que acatar la sentencia, el independentismo tendrá vía libre para romper con los socialistas.
Puigdemont lanzó un aviso recientemente en este sentido. El expresidente de la Generalitat sigue teniendo en sus manos el futuro de la legislatura española y por extensión puede que también la catalana. En el caso de que la UE siga sin aprobar la oficialidad del catalán en las instituciones europeas, a Junts se le va a acabar la paciencia con Sánchez, como viene avisando. Con la guinda de su posible regreso para final de año, según las previsiones de su propio entorno. Su vuelta garantizaría la continuidad de Sánchez y de Illa. Pero si se mantiene en Waterloo, seguirá la inestabilidad.
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