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Queipo de Llano ya no se encuentra en la Hermandad de la Macarena desde que pasadas las 2.20 horas de la madrugada de este jueves se procediese a la exhumación de los restos mortales del general golpista junto a los de su esposa Genoveva Martí y del auditor de guerra Francisco Bohórquez Vecina. Algo que se produce después del requerimiento formulado por el Gobierno a cuenta de la reciente reforma de la Ley de Memoria Democrática, que prohíbe la presencia de restos de dirigentes del golpe de Estado de 1936 en lugares preeminentes de acceso público.
Vox ha sido la primera formación en salir al paso y su presidente Santiago Abascal ha acusado al presidente del Gobierno de «profanar sepulturas». «Estos días en los que tantos españoles acuden a los cementerios, para recordar y honrar a sus difuntos… los aprovechan Sánchez y sus secuaces para profanar sepulturas y perturbar el descanso de los muertos», ha criticado en las redes sociales.
También el PP se ha sumado a la ofensiva contra la norma del Ejecutivo a raíz de la exhumación de esta noche. El líder de los populares, Alberto Núñez-Feijóo, aseguró al respecto que «le gusta hablar más de los vivos que de los muertos». «Allá cada uno con sus prioridades. Lo que me preocupa es la situación económica e institucional del país. Por tanto, no voy a hacer política con los muertos, no es la prioridad de los españoles».
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A. Azpiroz | J. V. Muñoz-Lacuna
Los trabajos para dar cumplimiento a la nueva norma aprobada hace apenas dos semanas comenzaron una vez el templo cerró sus puertas al público, momento en el que allí se congregaron, alrededor de las 21.00, los familiares de Bohórquez. El coche fúnebre con los restos de este último salía menos de diez minutos de la entrada que había efectuado a las 23:45. Los descendientes de Queipo de Lleno -bastantes más que los del auditor- aparecieron dos horas más tarde. Y a las 2.20, un furgón fúnebre se llevaba del templo los restos del general franquista y su mujer.
En el interior de la Macarena durante la exhumación estuvo presente el hermano mayor Fernández Cabrero, que abandonó el templo a las 2.18, poco antes de que lo hicieran los restos de Queipo de Llano. El hermano mayor estaba acompañado de otros tres miembros de la junta de gobierno de la hermandad. Fernández Cabrero ya había advertido que «a partir del 1 de noviembre la exhumación sería inminente». Y un día después, el 2 de noviembre, Día de Difuntos, a partir de las nueve de la noche, la entidad empezó a cumplir con la orden del Gobierno de sacar los restos del teniente general golpista.
Un reducido número de personas se fue acercando hasta las puertas del templo con el transcurso del tiempo -era posible escuchar sin dificultad el golpeteo y repiqueteo de trabajos en su interior-. A la salida del segundo vehículo con Queipo de Llano en su interior, algunos de los presentes rompieron a aplaudir y lanzaron un «viva Queipo», al mismo tiempo que una mujer, en solitario, portavoz de una de las asociaciones memorialistas, comenzó a reproducir, voz en alto, los nombres y apellidos de algunos de los represaliados por los militares franquistas en Sevilla: «Honor y gloria a la víctimas del franquismo», repitió varias veces.
Ya sobre las 3 de la madrugada, la Hermandad de la Macarena emitió un comunicado en el que explicaba que la exhumación se había realizado «en la más estricta intimidad y con absoluto respeto a los familiares presentes» tras recibir el consentimiento de los allegados. La posición de la entidad, que posee la principal devoción de la Semana Santa Sevillana, siempre ha pasado por acogerse a la legislación vigente. La Ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía y su decreto sobre símbolos y actos contrarios a la misma no fue suficiente para sacar a Queipo de la basílica.
Era necesaria una nueva ley a nivel estatal como la aprobada hace dos semanas. Eso era precisamente lo que esgrimía el Ejecutivo andaluz del PP. El artículo 38.3 de la nueva Ley de Memoria Democrática estipula que «los restos mortales de dirigentes del golpe militar de 1936 no podrán ser ni permanecer inhumados en un lugar preeminente de acceso público, distinto a un cementerio, que pueda favorecer la realización de actos públicos de exaltación, enaltecimiento o conmemoración de las violaciones de derechos humanos cometidas durante la Guerra o la Dictadura».
El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, ya había anticipado que al día siguiente de la publicación en el BOE de la nueva norma se acometería el proceso de exhumación de las figuras franquistas sepultadas en lugares públicos. Y puso especialmente el foco en José Antonio Primo de Rivera -enterrado en la basílica del Valle de los Caídos, rebautizado la semana pasada como Cuelgamuros- y en Queipo de Llano. En el caso del fundador de Falange, fusilado por el bando republicano en 1936, la familia se ha anticipado anunciando su voluntad de proceder a la exhumación de forma voluntaria y por sus propios medios.
Queipo de Llano yace desde su fallecimiento en 1951 en la Basílica de la Macarena de Sevilla, cuya construcción impulsó el propio general, autor de una brutal represión que se cobró más de 12.000 vidas en la provincia y cerca de 50.000 en toda la comunidad, dejando para la posteridad además discursos radiofónicos en los que arengaba a los soldados a violar a las mujeres republicanas para demostrarles lo que era «un hombre de verdad».
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