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Cristian Reino
Barcelona
Lunes, 12 de septiembre 2022, 10:01
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La manifestación independentista de la Diada, celebrada el domingo en Barcelona, no ha hecho si no aumentar la fractura en el secesionismo con un nuevo pulso entre ERC y Junts. Los republicanos reconocen a puerta cerrada que su apuesta por la mesa de diálogo está hoy más cuestionada en el independentismo tras la Diada, pero no prevén cambios en su estrategia y no se arrepienten de haberse desmarcado del movimiento secesionista en la manifestación. Creen, después de todo lo ocurrido, que la decisión de no participar en la protesta fue acertada.
Eso sí, podría tener consecuencias en el Govern. Su socio de coalición, Junts, se sumó este lunes a la presión que ejerció la Asamblea Nacional Catalana (ANC). Tras reunir a 150.000 personas, el organismo desafió al president, Pere Aragonès, a reactivar la independencia o, en el caso contrario, convocar elecciones.
La presidenta de Junts, Laura Borràs, avaló esta tesis en RTVE. «Hay que cumplir con el mandato por el que te han votado», afirmó. Borràs advirtió a ERC de que la ruptura del Govern está sobre la mesa y es una «perfectamente posible». A su juicio, el Gobierno catalán no puede seguir como hasta ahora. Junts amaga con convocar una consulta interna para decidir si sale del Ejecutivo catalán.
Los postconvergentes han dado un mes a Aragonès -hasta el debate de política general de final de septiembre- para que varíe el rumbo en la hoja de ruta independentista. Si no ven cambios, los de Puigdemont amenazan con salir del Gobierno. Reclaman en concreto al president que ponga en marcha una especie de estado mayor del nacionalismo -como existía en los años del 'procés'- para pilotar una nueva estrategia rupturista. En esa dirección, Junts exige la presencia de los partidos, las entidades y el Consejo para la República de Puigdemont. Los republicanos se abren a rehacer un órgano de consenso estratégico, pero abriendo el foro a otros actores del soberanismo. Junts cree que la Diada debe suponer un «punto de inflexión» y pone la constitución del estado mayor como condición 'sine qua non' para no dejar el Govern.
ERC, en cambio, rechazó las críticas de una parte del independentismo, reiteró su apuesta por la mesa de diálogo, admitiendo que tiene que explicarla mejor, y descartó el adelanto electoral. También relativizó el éxito que se apunta la ANC. «Asistieron muchísimas personas a la manifestación, es evidente. Pero también está muy lejos de manifestaciones anteriores», aseguró la secretaria general adjunta de Esquerra, Marta Vilalta. «No es momento de elecciones», avisó, sería una «irresponsabilidad». ERC, blanco de las críticas en la Diada, cargó con todo contra la ANC, entidad que calificó de «populista», «antipartidos» y «antipolítica» y contraria a los «fundamentos más democráticos». «Se equivoca de adversario», señalaron los republicanos, pero admiten cierta «desolación» en sus filas después de los reproches del 11-S.
ERC retó a la ANC y a Junts a que concreten cómo harán la independencia. «Independencia o elecciones», proclamó la presidenta de la ANC en la manifestación.
A día de hoy, ninguna formación tiene en su programa la aprobación de una nueva declaración unilateral de independencia como pide la Asamblea. Su apuesta es convocar elecciones y convertir los comicios en un plebiscito para declarar la independencia en 2025. Una fórmula que empleó Artur Mas en 2015 y cuyo resultado provocó la deriva de octubre de 2017. ERC aboga por seguir negociando en la mesa de diálogo. Los republicanos creen que hasta 2024 no será posible afrontar la carpeta de la negociación con el Gobierno del referéndum acordado. «Volveremos a votar», se comprometió Pere Aragonès en su discurso institucional de la Diada. El presidente de la Generalitat confía acordar antes de final de año la reforma del Código Penal con Pedro Sánchez. Junts, mientras, presiona a ERC para que dé por liquidada la mesa con Sánchez y empiece a crear las condiciones para un nuevo embate contra el Estado, aunque no aclara cómo. El próximo 1-O debe ser el punto de inflexión, defienden los postconvergentes. Y la CUP, por su parte, exige un nuevo referéndum ilegal antes de 2025.
La Asamblea amenazó además con impulsar una lista para presentarse a las elecciones y este lunes advirtió de que ya cuenta con las personas dispuestas a dar el paso, todas ellas procedentes del activismo. En ERC creen que la atomización del voto nacionalista perjudica al movimiento independentista, pero advierten de que quien puede salir peor parado con esta operación es Junts.
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