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El futuro de los tres acusados que han sido juzgados en la Audiencia Nacional por los atentados yihadistas de Cataluña, que tuvieron lugar el 17 y 18 de agosto de 2017 y dejaron 16 víctimas mortales y un centenar de heridos, ya está en manos del tribunal. La Sección Tercera de la Sala de lo Penal ha dejado hoy visto para sentencia la vista oral y ya analiza los indicios y el grado de implicación expuesto por las acusaciones contra Mohamed Houli Chemlal, Driss Oukabir y Said Ben Iazza.
Tras 32 sesiones, los acusados hiciron uso de la última palabra insistiendo en que no tenían nada que ver con la célula yihadista que atentó en Barcelona y Cambrils (Tarragona). Por su parte, la Fiscalía reclamó penas que van entre ocho y 41 años de prisión al entender que, aunque contribuyeron a los objetivos de la red liderada por el imán Abdelbaki Es Satty, fallecido en la explosión del chalet de Alcanar (Tarragona), ninguno tuvo una participación directa. Por este motivo, no les atribuye un delito de asesinato terrorista.
Houli Chemlal ha insistido al tribunal en que actuó bajo amenazas de los miembros del grupo; Driss Oukabir ha asegurado que no tenía ningún interés en lo que ocurrió y que habría intentado evitarlo de conocer el plan del atentado; mientras que Ben Iazza confió en que «las pruebas hablen por sí mismas» para salir absuelto.
Las acusaciones particulares y popular del caso, como la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) o la Asociación 11-M, sí aprecian el delito de asesinato con finalidad terrorista. Por ello, reclaman para Houli Chemlal y Driss Oukabir, hermano de Moussa, abatido por los Mossos d'Esquadra en Cambrils, la pena de prisión permanente revisable (supone un mínimo de 25 años seguidos en la cárcel).
En el caso de Said Ben Iazza, la acusación le señala por ser la persona que supuestamente prestó ayuda a la célula al dejar la furgoneta con la que Younes Abouyaaqoub realizó el atropello masivo en La Rambla, así como su documentación personal para, según la Fiscalía, ocultar la verdadera identidad del comprador de los productos químicos. El acusado, por su parte, explicó que prestó la furgoneta porque le comentaron que querían «transportar productos de limpieza».
A lo largo de los tres meses de juicio han pasado ante el tribunal varias víctimas de los atentados. «Mi vida cambió ese día y hasta el día de hoy no he pisado La Rambla», afirmó con voz temblorosa uno de los afectados. «Todos los sentimientos que tiene uno en la vida para luchar quedaron rotos en el suelo de La Rambla», relató Francisco Javier Martínez, padre del niño de tres años que falleció en el atropello masivo.
Todas las víctimas relataron las secuelas psicológicas que padecen desde entonces, como estrés postraumático, ansiedad, dicultad para conciliar el sueño. También lo hicieron los agentes de Mossos que abatieron a Younes Abouyaaqoub en Subirats (Barcelona) y a los cinco miembros de la célula que atentaron en Cambrils.
Según el relato de los agentes que desarrollaron la investigación abierta sobre la célula, el jefe de la unidad antiterrorista de los Mossos en el momento de los hechos y el instructor de los atestados destacaron que de las pesquisas practicadas se concluyó que la intención era atentar el 20 de agosto en el estadio de fútbol Camp Nou, la Sagrada Familia y la Torre Eiffel de París. Pero la noticia de que la vivienda de Alcanar, donde se almacenaban decenas de bombonas de butano, había saltado por los aires fue lo que provocó un cambio de planes.
Younes Abouyaaqoub modificó la ruta que había iniciado y se dirigió hacia Barcelona, donde murieron 14 personas, explicó el instructor de los atestados policiales y recogió en su informe el Ministerio Público. En su huida, robó el coche de Pau Pérez, quien también falleció tras recibir una puñalada. Horas después de lo ocurrido en La Rambla, añadió este agente, Mohamed Hichamy, su hermano Omar, Said Aalla, Moussa Oukabir y El Houssaine Abouyaaqoub fueron a Cambrils, en cuyo paseo marítimo quisieron «emular a Younes», dejando otra víctima mortal antes de ser abatidos.
Sin embargo, para la mayoría de las acusaciones particulares y las populares, la única intención que tenía la célula era «matar y dañar», por lo que creen que la explosión de Alcanar no alteró su objetivo. Por ello, creen que los acusados deben ser considerados responsables directos de los atentados porque participaron en los preparativos de atacar. Una circunstancia que no aprecia la Fiscalía en su escrito de conclusiones.
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