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El hombre más buscado por la Guardia Civil se entregó la madrugada de este jueves en Barbate (Cádiz). Más de ocho meses después de que una potente narcolancha asesinara a los agentes del instituto armado David Pérez y Miguel Ángel González en el puerto de Barbate agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) pusieron los grilletes al marroquí Karim El Baqqali, de 32 años, más conocido como 'El Enfadado', por su carácter irascible e imprevisible.
El Baqqali era el piloto que la noche del pasado 9 de febrero estaba a los mandos de la embarcación que conscientemente arrolló a la pequeña 'Zodiac' en la que viajaban los funcionarios fallecidos y otros agentes, que resultaron heridos.
Según fuentes de la investigación, El Baqqali, nacido en Marruecos el 10 de diciembre de 1991 y con antecedentes por narcotráfico tanto en el país magrebí como en España, tras el asesinato de los dos funcionarios huyó a la localidad marroquí de Dalía, colindante a Ceuta, donde habría permanecido oculto seis meses antes de decirse a dejarse apresar en una 'entrega pactada' entre sus abogados y la Guardia Civil.
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El huido, de acuerdo con estas misma fuentes, dio el paso de regresar a España por la presión policial en ambas orillas del Estrecho y por las amenazas de los propios 'narcos', que han visto cómo el despliegue de las fuerzas de seguridad se ha redoblado tras el asesinato de los funcionarios.
La Guardia Civil, además de la captura de El Baqqali, ha identificado sin género de dudas a los otros tres ocupantes de la narcolancha y va a solicitar en breve al Juzgado de Instrucción número 1 de Barbate (Cádiz), que dirige la investigación, la emisión de sendas órdenes internacionales de detención contra ellos, «debido al convencimiento de que se encontrarían fuera de España desde fechas cercanas a los hechos». En particular, la UCO tiene constancia que los tres tripulantes huyeron a Marruecos días después del asesinato de los dos funcionarios.
Según ha informado además la dirección de la Guardia Civil, las familias de los agentes fallecidos en Barbate han solicitado que no se vuelvan a difundir las imágenes del suceso porque es «muy doloroso para ellos revivir esos momentos tan dolorosos».
Para los agentes, Karim El Baqqali era una obsesión y para los narcos, un cabo suelto que había tensionado el negocio. De hecho, los operadores de seguridad en el Estrecho han detectado un descenso drástico de la entrada de droga por las costas.
La investigación pasó de señalar a 'Kiko el Cabra' y a su tripulación, que fueron los primeros detenidos debido a una investigación aturullada y con graves errores, a descargarlo de culpa gracias a un vídeo que demostraba su versión. Fue entonces, cuando la UCO se hizo cargo de las pesquisas, cuando todos los focos apuntaron hacia Karim y su 'equipo' como sospechoso de ser el piloto de la narcolancha.
La noche del pasado 9 de febrero, seis agentes del Grupo de Actividades Subacuáticas (GEAS) y del Grupo de Acción Rápida (GAR) de la Guardia Civil se echaron al agua a bordo de una semirrígida de 5,20 metros de eslora para tratar de espantar a seis narcolanchas que llevaban días fondeadas en la bocana del puerto de Barbate para refugiarse del temporal de Levante que azotaba la costa.
Fue una intervención tremendamente desigual, porque las embarcaciones de los traficantes casi triplicaban en tamaño -y mucho más en potencia- a la 'Zodiac' de los guardias civiles, a los que marearon en la bocana mientras realizaban pasadas a su alrededor animados por los vítores y aplausos de parte del público presente, que grabó la escena desde la escollera.
Los investigadores de la Guardia Civil contabilizaron hasta siete pasadas en las que ya pusieron en peligro a los guardias, que podrían haber caído a un mar bastante picado por culpa de las maniobras. Y entonces ocurrió algo completamente inédito: una de las narcolanchas se alejó para coger velocidad, enfiló la semirrígida de los agentes y pasó por encima con las hélices de sus cuatro motores de 300 caballos en funcionamiento.
El piloto de la goma mató a los guardias civiles David Pérez (43 años), nacido en Barcelona, casado y con dos hijos, y Miguel Ángel González (39), de San Fernando (Cádiz), que dejó viuda y una niña huérfana. Además, otros dos compañeros resultaron heridos de gravedad como consecuencia de la maniobra.
A la embestida le sucedió la desbandada. Las seis gomas de los traficantes huyeron de la bocana en diferentes direcciones, afrontando el temporal como única alternativa posible a la cárcel. El Centro Operativo de Servicios (COS) de la Guardia Civil siguió uno de esos puntos en el radar creyendo que se trataba de la narcolancha que había asesinado a los agentes. La embarcación tocó tierra esa noche en Sotogrande para dejar a una parte de la tripulación y después se abarloó a un mercante para pasar la noche en altamar.
Los investigadores contaban con testimonios de testigos que aseguraron convencidos que la embarcación causante de las muertes llevaba dos antenas (wifi y GPS), cuando habitualmente sólo llevan la segunda. Esa información les condujo en las horas siguientes a detener a 'Kiko el Cabra' y a otras cinco personas y a intervenir la lancha en una playa del Campo de Gibraltar. Entonces no lo sabían, pero estaban siguiendo una pista errónea.
Los detenidos, sus familias y sus abogados insistieron con vehemencia en su inocencia y ya desde primera hora pronunciaron un nombre como responsable de la embestida: Karim, un piloto magrebí que esa noche estaba en la bocana de Barbate.
El asesinato de los dos guardias civiles, un hecho inédito en las histórica lucha contra el narco que coloca la escala de violencia hacia los Cuerpos de Seguridad en su punto más álgido, ha alterado un equilibrio de fuerzas sostenido habitualmente en el alambre bajo una premisa clara: el dinero fluye más fácilmente si reina la paz.
Y no sólo eso, sino que, además, ha incomodado al resto de organizaciones, que son conscientes de que la respuesta policial a un atentado de semejante envergadura sólo puede ser la presión sobre una zona ya suficientemente tensionada.
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