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Santiago de Garnica Cortezo
Sábado, 31 de agosto 2024, 08:00
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Pero la primera etapa, la de su arranque como constructor de tractores, no está exenta de encanto: si amas los Lamborghini, amas los tractores clásicos o simplemente amas el camino menos transitado...
Renazzo, en la provincia de Ferrara, Emilia-Romaña, Italia, es una antigua comunidad con puntos de interés histórico como la imponente fortaleza del castillo de Rocca, del Siglo XIV, que domina Cento. Pero Renazzo y sus alrededores seguirían siendo un foco de interés también en siglos posteriores. En enero de 1824, la buena gente de Renazzo se sorprendió por lo que sonaron como «tres fuertes disparos de cañón seguidos de muchas explosiones más pequeñas». Tras la investigación, se descubrió que un meteorito había caído cerca de la iglesia, en el campo de un tal Signore Gallea.
Sin embargo, a finales de los años 40, los ruidos fuertes y los estruendos que probablemente mantenían despiertos a los residentes de Renazzo eran otros, eran los de los tractores de un tal Ferruccio Lamborghini.
Los primeros años de vida de Ferruccio Lamborghini habían sido la preparación perfecta para la vida que le siguió. Nació en una familia de viticultores, lo que le sumergió casi inmediatamente en un entorno orientado a la agricultura. En concreto, más que los temas de cultivo, le atraía la maquinaria agrícola. Y, precisamente, ese interés es el que le lleva a estudiar en el instituto técnico Fratelli Taddia, cerca de Bolonia, una verdadera cuna de empresarios italianos. Una vez obtenido el título escolar y a pesar de la oposición de su padre, que estaba dispuesto a cederle la gestión de la granja, decidió comenzar a formarse en el taller de un maestro herrero local, que le enseñó los secretos del trabajo del hierro y de la soldadura.
De carácter testarudo, no cejó en su empeño hasta ser contratado por el propietario del taller más importante de Bolonia. En esa época, el taller fue encargado del mantenimiento de los vehículos del ejército: este período, aunque breve, fue de gran importancia para la experiencia de Ferruccio.
Tras la aventura boloñesa, a los 18 años abrió un taller en Renazzo con su amigo de toda la vida Marino Filippini, con el que ya había trabajado en Righi y que muchos años después trabajaría en una de sus fábricas.
Siempre animado por la pasión y la valentía, cuando podía, compraba un viejo coche o una moto de segunda mano que, una vez arreglados, se podían ver fácilmente circulando por los polvorientos caminos del campo: fueron años despreocupados e intensos que dejaron una huella indeleble en el carácter y la personalidad de Ferruccio.
Como tantos otros de su época, los planes de Ferruccio se vieron trastocados por la llegada de la Segunda Guerra Mundial. En 1940 fue reclutado y enviado a la isla de Rodas, entonces territorio italiano, y asignado al «50º Autoreparto Misto di Manovra», bajo la supervisión directa del Alto Mando de las Fuerzas Armadas de la isla. Esta unidad, conocida como «Autocentro», era responsable del mantenimiento y la reparación de todos los vehículos militares de la isla. El talento de Ferruccio en el campo de los motores le llevaron a la popularidad y a la confianza total de su comandante, que le prestó también su coche personal.
Tras la caída de Mussolini, Italia pasa de ser aliada a enemiga de Alemania. El 8 de septiembre de 1943, todo el personal del «Autocentro» huye de la ciudad. Pero Ferruccio no pudo permanecer mucho tiempo alejado de los motores y regresó a Rodas vestido de civil. Después de realizar una serie de trabajos ocasionales, abrió más tarde un pequeño taller con el permiso de los mismos alemanes que prefirieron aprovecharse de sus habilidades mecánicas antes que encarcelarlo. Sin embargo, cuando los británicos liberaron la isla en 1945, Lamborghini fue arrestado por colaboracionista.
En 1946, un año después de terminar la guerra, es liberado y vuelve a Italia. Pero no lo hace solo. En Rodas, había conocido a Clelia, una chica italiana de Ferrara, de la que se enamoró perdidamente. En ese momento Ferruccio tenía las ideas claras sobre su futuro: quería casarse y aprovechar las increíbles oportunidades que se le presentaban, empezando por su país, que apenas estaba saliendo de la guerra y donde se respiraba un nuevo aire de libertad y un afán de emprender nuevos proyectos.
Cuando finalmente regresa a Italia en 1946, a la ciudad de la que era oriundo, instala allí un taller. A finales de 1947, Ferruccio Lamborghini decidió fabricar un tractor económico y potente, dedicado a los campesinos de la «Bassa» con sus pequeñas explotaciones agrícolas. Sabe combinar hábilmente sus conocimientos agrícolas y mecánicos comprando excedentes militares de los centros ARAR (Azienda Recupero Alienazione Residuati) y transformándolos en maquinaria agrícola. En 1948, funda Lamborghini Trattori, traslada su taller a una fábrica en la cercana Pieve di Cento,e incluso inventa un atomizador de combustible pionero. Este atomizador permitía que los motores excedentes, predominantemente británicos Morris, que se usaban en sus tractores, transformados a diésel, arrancaran con gasolina.
El 3 de febrero de 1948, día dedicado a San Biagio, patrón de la ciudad de Cento, presenta en público su primer tractor, rudimentario y con un acabado en color naranja brillante: el primero de los «Cariocas». Rudimentario, sí, y robusto y económico, encaja con lo que necesitan los agricultores de la posguerra. El éxito llega y hay que ampliar la producción. Su padre acudió en su ayuda y, cediendo la finca al banco como garantía, Ferruccio obtuvo un préstamo de la 'Cassa di Risparmio di Cento' y compró mil motores Morris, contrató más trabajadores y comenzó la producción del tractor L33, la evolución del 'Carioca'. El L33 de 1951, salvo el motor seis cilindros diésel Morris de 3,5 litros, era el primer producto enteramente Lamborghini y marcó un hito importante para la empresa.
Amintore Fanfani fue el 32º primer ministro de Italia y, en julio de 1952, promulgó una ley que marcaría un hito para la incipiente firma Lamborghini Trattori. La llamada «Ley Fanfani» reservaría un fondo de 125 mil millones de liras de entonces para prestar, con un tipo de interés del 3% durante 5 años, a los agricultores que compraran maquinaria agrícola de fabricación italiana.
Por suerte, Ferruccio estaba preparado con su nueva gama de tractores denominada DL, que ahora se distinguían por sus capós de color rojo brillante sobre un chasis y una mecánica grises. La gama DL arranca en 1952 con los DL 30 y DL 40, con motores diésel DW415 MWM-Benz, una nueva parrilla delantera y un perfil más suave y elegante. En 1955, Lamborghini lanza su primer vehículo de orugas, el DL 25C con motores diésel MWM o Lamborghini, seguido dos años más tarde por el DL 30 C. Y otro tractor interesante es el Lamborghini Universal diseñado y construido en 1956 ya en la nueva fábrica. Presentado en la 59ª Feria Agrícola (Verona, marzo de 1957) y en el primer Salón Internacional del Tractor (Turín, mayo de 1957), es un tractor con el motor instalado en la parte trasera, mientras que en la parte delantera se ha creado una caja que también se puede utilizar como base para las más diversas aplicaciones. Esta conformación permitió a los agricultores de la época utilizar el tractor no sólo como vehículo agrícola, sino también como medio de transporte.
Pero volvamos a la saga de los DL. Esta incluía diferentes modelos, como el diminuto DL 15, pero el más famoso sería, sin duda, el DL 20 nacido en 1957. Famoso por su sobrenombre de «Lamborghinetta», el primer tractor de dos cilindros con refrigeración por aire e inyección de combustible lanzado al mercado por Lamborghini. Es un modelo de importancia histórica para la marca, siendo el primero de la nueva línea que establecería la antología 1R-2R-4R.
El DL20 era un tractor ligero, con un peso inferior a los 1.000 kg, propulsada por una versión de 1.400 cc del motor diésel de dos cilindros. Contaba con 21 CV a 2.000 rpm y tenía un tamaño compacto, con poco más de 2 metros de largo y menos de 1,5 metros de ancho. Su ajustado peso y tamaño era la opción perfecta para los pequeños agricultores con una superficie de cultivo modesta. Para los viticultores, como había sido la familia de Ferruccio, había incluso una versión supercompacta que reducía en 33 cm la anchura del tractor estándar. Se cree que se fabricaron unas 850 unidades del DL20. En 1999, una encuesta reveló que todavía había alrededor de 320 «Lamborghinetta» en uso en Italia.
No es extraño que una «Lamborghinetta» serviría para el último viaje de Ferruccio al cementerio de Sant' Agata Bolognese. En su entierro, en 1993. El ataúd del empresario italiano fue depositado en un remolque adornado con flores y tirado por un DL20. Y el cortejo fúnebre pasó ante todos los modelos de automóviles Lamborghini fabricados, así como de todos los tractores como se pudieron reunir.
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