China endurecerá los envíos de coches eléctricos al extranjero a partir de 2026
Juan Roig Valor
Domingo, 28 de septiembre 2025, 11:00
A partir del próximo 1 de enero, los fabricantes de automóviles chinos deberán contar con licencias específicas para exportar vehículos eléctricos, según anunció el Ministerio de Comercio en un comunicado oficial. La medida busca garantizar lo que las autoridades describen como un «desarrollo saludable» de la industria, en un momento de fuerte presión competitiva y tensiones comerciales internacionales.
Con esta decisión, el Gobierno de Pekín coloca a los coches eléctricos en la misma categoría que otros segmentos del sector, como los automóviles de combustión y las motocicletas, que ya estaban sujetos a requisitos de autorización para su venta en mercados extranjeros.
El cambio normativo supone un paso más en el proceso de mayor control estatal sobre una industria que se ha convertido en emblema de la transición energética y, al mismo tiempo, en una de las más reñidas a nivel global.
La nueva regulación llega tras un año marcado por una intensa guerra de precios en el mercado doméstico, que ha obligado a numerosos fabricantes a aplicar descuentos agresivos con el objetivo de sostener su cuota de ventas.
Esta dinámica, que debilitó los márgenes de beneficio de varias compañías, despertó preocupación sobre la sostenibilidad a largo plazo del sector, que concentra cientos de miles de empleos y constituye un área estratégica para la economía nacional.
En respuesta, Pekín ya había ordenado en meses anteriores frenar las rebajas indiscriminadas y acelerar los pagos pendientes a proveedores para aliviar la presión financiera de la cadena de suministro.
La política de licencias de exportación también se enmarca en un escenario internacional complejo. El auge de los fabricantes chinos en Europa ha generado fricciones con gobiernos y competidores occidentales. La Unión Europea decidió el pasado julio imponer aranceles adicionales a los vehículos eléctricos procedentes de China, alegando competencia desleal derivada de subsidios estatales. Sin embargo, estas medidas no han conseguido frenar de forma significativa el flujo de automóviles hacia el Viejo Continente.
Entre enero y julio de este año, empresas como Nio, BYD y Xpeng exportaron más de 19.000 millones de euros en vehículos eléctricos, prácticamente la misma cifra que en 2024. Europa se mantuvo como el principal destino, a pesar del endurecimiento arancelario impulsado desde Bruselas.
El establecimiento de los permisos abre varias incógnitas. Por un lado, puede interpretarse como una medida de gestión interna para ordenar un sector que crece a gran velocidad y que sufre una presión intensa por la sobrecapacidad de producción.
Según analistas del sector, la multiplicación de marcas y modelos en China ha creado un ecosistema con riesgos de saturación, lo que explica el interés del Gobierno por ejercer una supervisión más estricta. Por otro lado, la iniciativa podría convertirse en una herramienta de política comercial, con la que Pekín ganaría margen de maniobra en sus negociaciones con otros bloques económicos.
El impacto de la medida dependerá de cómo se apliquen los permisos y de si se convierten en un simple requisito burocrático o en un instrumento para limitar la salida de ciertos vehículos al extranjero. En cualquier caso, se trata de un movimiento que refleja la doble estrategia de China: consolidar su liderazgo en automoción eléctrica y, al mismo tiempo, proteger una industria crucial para su economía.
Para los fabricantes, la exigencia de licencias llega en un momento de expansión global. Marcas como BYD han anunciado planes de inversión en fábricas europeas, mientras que Nio y Xpeng refuerzan su presencia en mercados como Alemania, Noruega o Países Bajos.
La medida no parece frenar las ambiciones internacionales de estas compañías, pero añade una capa de incertidumbre a un sector que ya lidia con la volatilidad de la demanda, la presión de los costes de materias primas y un escenario comercial cada vez más fragmentado.