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Pasaron varios minutos hasta que Perla, una mujer que estaba en el patio de butacas del Teatro Real, dio un salto de alegría. Inmediatamente, a su alrededor la gente se puso de pie y la aclamó. Ella decía que se había sacado el Gordo. Ante la duda, agitó el décimo que tenía en las manos y cuyos números había leído varias veces para confirmar su suerte. Fue su hijo, cuenta, el que vio la coincidencia entre lo que decían los niños cantores y lo que tenía en sus manos. «Estoy resfriada, no escucho bien, le pedí a él que mirara la pantalla y verificara los números», dice la madre que estuvo al raso tantas horas de invierno para asegurarse un sitio dentro del teatro.
Peruana con varios años de residencia en España, tantos que sus dos hijos han nacido en el país, compró el billete en Asturias este verano. En todo el año fue comprando décimos por distintas ciudades. Alcanza a recordar Valencia y Alicante. «Tengo 95 décimos en el bolso», admitió en ese momento de emoción. «Pero sólo uno del Gordo».
Sus hijos, Yosie y Michel, niños aún, la acompañaban ayer en la mañana y también se mostraban conmovidos y atónitos. «Estamos muy felices y teníamos mucha esperanza al venir aquí», declaró el mayor de los dos.
Fuera del salón, se sentó en el soportal del edificio teatral. Lloraba tras sus gafas de sol, mientras sus hijos sostenían el décimo ganador. Unos 400.000 euros en la palma de la mano ante decenas de desconocidos.
Perla vive de alquiler y con el dinero se comprará una casa en Madrid, «donde estudian los niños», prometió. Agradeció a dios y la atendió el Samur. Con la sorpresa empezó a padecer un ataque de ansiedad que logró domar varios minutos para contar su historia. Dedicada a la limpieza de espacios y oficinas, después de haberse empleado en la hostelería por 20 años, recuenta Perla, su último trabajo fue en el «Palacio de Gobierno y me echaron a la calle. Estoy cobrando el paro», acusa.
Perla dice que había soñado con su padre noches atrás, y en sueños le dijo que jugara y acudiera al sorteo. Pero no es la primera vez que asiste. El año pasado ya estaba en una butaca después de una larga cola, también con los hijos. «El año pasado vinimos y casi me saco el tercer premio», recuerda. «Se ha hecho justicia», afirmaba Perla, que confesó haber tenido otras premoniciones, tantas como para hacer una imitación de talón de banco, en el que ponía el monto del primer premio. Lo sacó de su cartera triunfal para mostrarlo.
Con los sanitarios cerca, Perla intentó recuperarse de una ansiedad que crecía. Pero prefirieron llevarla a Urgencias, para un reconocimiento médico.
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