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La fiesta por el Gordo de Navidad va a ser larga en El Mirador. Tras conocerse que la administración ubicada en este centro comercial había repartido el principal premio del sorteo, este establecimiento se ha convertido en un imán para personas deseosas de saber si sus boletos habían 'alcanzado' algo en la pedrea y canjearlos por otros para el sorteo del Niño.
«Mañana, la cola llegará hasta el árbol de Navidad, con eso te lo digo todo. Va a ser una locura, como ha sido el día de hoy (ayer para el lector)», apunta Isabel, una de las tres trabajadoras de la Administración agraciada mientras señala hacia la gigantesca decoración navideña que se ubica a casi 100 metros de distancia.
«Estoy comiendo ahora (17.30 horas), porque no hemos parado. Se vendieron 40 series y la mayoría por ventanilla y de uno en uno. Ha venido ya gente mayor que, al ver a las televisiones, se marchó porque no quería salir, también un chico al que habían parado en el trabajo, empleadas de los comercios de aquí... Ha sido muy bonito ver la emoción de la gente que se lo ha ganado y que encima muchos son clientes de todo el año. Lo que han invertido durante todo el año ha acabo teniendo su recompensa», añade.
A media tarde de ayer, la planta baja de El Mirador era un hervidero de compradores navideños, curiosos atraídos por el despliegue televisivo que aún seguía activo y algunos agraciados, como Begoña y Armando, que tienen claro que el Gordo les ayudará a quitarse de encima «la hipoteca». «En el trabajo de él, entre ocho personas, compraron dos décimos. Estamos súper contentos y tenemos en mente ahora comprar una casita», reconoce con alguna lágrima asomando en sus emocionados ojos.
A la cola, que a medida que pasaban los minutos se acercaba más y más al árbol de Navidad, como ya vaticinaban desde el mostrador, se iban sumando personas. José Manuel Cabrera era el tercero y portaba cuatro números para saber si había pillado algo. «Si tengo premio en alguno, lo cobro. Para el Niño no voy a comprar más, porque tengo otros cuatro ya», explica con una sonrisa mientras espera su momento.
Eufóricas y repartiendo bombones Ferrero Rocher entre las responsables de la Administración se encontraban Siona Martín García y sus dos hijas, Fátima Guardia y Mari Carmen Guardia. A medias compraron las dos primeras un boleto del Gordo. «Siempre compramos aquí, todas las semanas. Lo hacemos porque nos gusta, ya que venimos desde Tafira. Acabamos de salir del trabajo», apunta eufórica y entre risas Fátima, que también va a cobrar otros seis euros de otro sorteo y que espera «pagar la hipoteca» con el Gordo.
Alegría y magua. Jennifer y Zuleima trabajan en la zapatería Huellas, que está junto a la Administración de El Mirador. Han visto cómo el Gordo de la suerte ha pasado de largo por sus vidas, lo que genera una doble sensación. «Estoy contenta de ver la alegría de la gente, pero no te voy a engañar, tengo magua, porque habíamos comprado un número ahí pero no fue el ganador», reconoce Jennifer, que espera que los que se acerquen a establecimiento de loterías también recalen en la zapatería.
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