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Javier Solana, fotografiado durante la entrevista. José Ramón Ladra
«Sorprende la simpleza con que se abordan los grandes problemas»

«Sorprende la simpleza con que se abordan los grandes problemas»

Javier Solana, Exsecretario general de la OTAN ·

Está preocupado por un aumento de la tensión en varios puntos del planeta y la falta de líderes capaces de reforzar el papel de las instituciones multilaterales. «Todo ello, en un año electoral en EE UU», advierte

Domingo, 5 de julio 2020, 10:31

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Javier Solana (Madrid, 1942) es el político español que ha ocupado cargos de mayor relevancia en la esfera internacional. Fue secretario general de la OTAN y jefe de la diplomacia europea, además de varias veces ministro en los gobiernos de Felipe González. Al principio de la pandemia estuvo hospitalizado alrededor de un mes, varios días incluso en la UCI, pero se ha recuperado por completo y mantiene una actividad muy intensa derivada del ejercicio de su Cátedra de Liderazgo y Gobernanza Democrática en Esade y su participación en el patronato de la Fundación Alternativas, entre otras ocupaciones. Desde allí sigue el día a día de la situación del mundo.

- Las noticias sobre la pandemia lo tapan todo pero da la impresión de que está creciendo la tensión en el mundo. ¿Lo ve también así?

- Esa apreciación no es ninguna tontería. Está volviendo una tensión creciente que viene derivada sobre todo de la mala relación entre China y EE UU. Las instituciones del multilateralismo están en baja y esa tensión entre ambos países es grave porque se produce en un año electoral en EE UU, y todo cuanto dice y hace el presidente está teñido de electoralismo. Es un momento delicado, sí.

- Las instituciones internacionales están a la baja, dice, y tampoco parece que haya muchos líderes con peso e influencia indiscutibles.

- En el mundo de hoy no hay liderazgo y eso lo aprovechan algunos para hacer cosas que de otra manera no harían. Lo estamos viendo también en la crisis entre India y China, un viejo problema no resuelto entre dos potencias nucleares, pero que llevaba tiempo sin mostrarse. Y además está también por ahí Pakistán, otra potencia nuclear. Es un episodio de tensión muy mala en un lugar donde no pasaba nada desde hace muchos años.

- Parece que China, que hasta hace bien poco era un actor discreto en el panorama internacional, tiene sobre sí ahora todos los focos.

- Y además le salpican otros conflictos, como el reavivado entre las dos Coreas, que también afecta a Japón y de manera más indirecta a EE UU. Pero las cosas no se quedan ahí, porque en Oriente Medio la posición tan dura de Netanyahu y el apoyo tan extraordinario de Trump no hace más que avivar las llamas.

Cuestión de liderazgo

- Antes hablaba de falta de liderazgo. ¿Tiene la impresión de que en el orden internacional empieza a pesar mucho la política del 'sálvese quien pueda'?

- No sé si tanto, pero es cierto que el liderazgo mundial está muy bajo y muchos de los líderes nuevos son poco partidarios de dar juego a las instituciones internacionales. Eso hace que la defensa de los bienes públicos globales pierda fuerza. A mí me parece sorprendente la simpleza con la que se refieren a los grandes problemas los líderes globales.

«Está volviendo una tensión creciente que viene derivada de la mala relación entre EE UU y China»

- Pues con la próxima retirada de Angela Merkel no parece que la situación vaya a mejorar.

- Merkel es justo un gran ejemplo de lo contrario de lo que hablamos. Tiene una gran consistencia y creo que en el tiempo que le queda en la política va a trabajar en el buen sentido. El esfuerzo se nota porque acaba de asumir la presidencia por turno de la UE y ya ha convocado para septiembre una cumbre con China. Me parece muy relevante.

- Rusia mantiene un poder militar muy grande y quiere mantener su influencia. ¿Usted teme la posibilidad de una guerra o eso es algo que ya al menos en Occidente no vamos a ver?

- Una guerra global al estilo de las dos mundiales del siglo XX es algo que yo creo que no tiene posibilidad alguna de suceder, aunque le reconozco que en el vaticinio hay también un componente de deseo. Pero en ese sentido me preocupa el vocabulario que se está manejando ahora respecto de algunos conflictos.

- ¿A qué se refiere?

- En relación con la tensión entre EE UU y China se está hablando de 'guerra fría'. No es prudente usar esas palabras en este momento, porque corremos el riesgo de que de tanto escucharlo terminemos por asumir que es efectivamente una guerra. La situación es difícil pero tengo gran confianza en el papel de la UE.

- ¿Por qué?

- El papel que ha asumido en la respuesta económica a la pandemia ha mostrado que es capaz de un gran ejercicio de solidaridad.

- Sin embargo, el euroescepticismo crece, también en España. O crecía antes de la pandemia.

- Si España no estuviese en Europa no sé cómo saldríamos de esta crisis, porque estaríamos en una situación infinitamente peor. Me gustaría saber cómo se van a sentir los ingleses dentro de unos meses, estando fuera de la UE. Que Europa debería ser más rápida en sus decisiones, seguro. Pero fíjese en lo que se tarda también aquí en tomar algunas medidas porque hay que pactarlas con las autonomías. La complejidad siempre es más lenta que la simplificación, pero es el sistema que nos hemos dado.

- Hablábamos de tensión. Usted ha escrito sobre lo que puede significar respecto de otros problemas como los medioambientales.

- Es algo que debe preocuparnos. La única buena noticia en mitad de todo lo que se está oyendo en la campaña presidencial en EE UU es que Biden ha anunciado que si gana volverá a sumar al país al Acuerdo de París. Me parece algo crucial porque con la paralización económica por la pandemia ha bajado el CO2 pero en cuanto recuperemos el ritmo de actividad volverá el problema. Se trata de que las inversiones que se hagan para recobrar la actividad vayan encaminadas en todo el mundo a frenar las emisiones. Es una obligación moral de todos.

- ¿Es más fácil o más difícil conseguir esos objetivos en un momento en que hay corporaciones industriales y financieras que tienen más poder que muchos estados?

- Existen entidades que trabajan con tecnologías muy sofisticadas que también deberán pensar muy seriamente cómo se comportan en este y otros aspectos. Deberán sentirse actores con un papel mucho más relevante en la esfera internacional para que el mundo sea mejor, y deberán entender que sus beneficios tienen que contribuir al bienestar social global. Pero también ahí veo motivos para el optimismo.

«Me gustaría saber cómo se van a sentir los ingleses dentro de unos meses, ya fuera de la UE»

- ¿En qué se basa?

- Hace poco estuve con un alto responsable de una gran firma cuyo nombre no le puedo dar por razones de confidencialidad, pero le aseguro que se mostró muy dispuesto a participar de esta forma que le digo.

Nuevos temores

- Otro de los problemas de los que se habla poco en los últimos meses es del terrorismo. ¿Ha dejado de preocupar?

- Ningún país ha bajado la guardia en ese asunto, desde luego. Se habla menos porque creo que hay menos terrorismo. Pero somos conscientes de que hay muchos canales en los que puede actuar, lo mismo atacando las Torres Gemelas que en el ciberespacio o liberando un virus... aunque eso lo veo menos probable.

- Pues es un temor que se está extendiendo porque se puede paralizar el planeta, literalmente, solo liberando en los lugares adecuados un virus con un alto nivel de contagio. ¿Qué se puede hacer ante eso?

- El ataque de un virus ya lo estamos viviendo, aunque proceda de la propia naturaleza. La frecuencia con que surgen infecciones por virus es conocida: podríamos repasar ahora la lista de los últimos años (gripe aviar, SARS, gripe A, ébola, Zika), y debemos recordar que ni siquiera tenemos un remedio para la malaria. No ha habido terrorismo y sin embargo todo eso se ha producido.

- Y asusta.

- Pero estamos aprendiendo a enfrentarnos a problemas así a gran velocidad. En esta crisis tardamos algo en reaccionar, quizá porque tuvimos menos información de la precisa. Luego ya se han tomado muchas medidas. La vacuna es la gran esperanza, pero llevará un tiempo y mientras tanto no podemos hacer dejación de nuestra propia responsabilidad para frenar los contagios.

- El filósofo Slavoj Zizek ha escrito que de esta crisis global por la pandemia surgirá un mundo guiado por un comunismo basado en la solidaridad y la ciencia. ¿Qué le parece?

- Nunca me ha gustado hacer previsiones sobre el desarrollo del mundo en años venideros. Pero sí pienso que podemos obtener algunas lecciones de esta crisis. Por ejemplo, que la OMS tiene que ser una institución fundamental en la globalización, que cuente con todos los medios.

- De momento, la retirada de EE UU la deja con menos recursos.

- La paradoja es que cuando más se necesita una organización así, el país más poderoso de la Tierra, por decisión de Trump, se retira. También será más necesaria que nunca la Organización Mundial del Comercio, cuyo director se marcha en septiembre. Será fundamental encontrar a alguien que cuente con un fuerte consenso en torno a su figura, y que sea una personalidad importante y respetada.

- ¿El mundo es hoy más seguro de lo que lo era a finales del siglo XX? Cuando parece que unos temores se diluyen, llegan otros.

- El mundo tiene hoy unos problemas que producen inseguridad pero los vamos a vencer. En el caso de la pandemia, supongo que se conseguirá con una vacuna pero, si se repite, seremos capaces de resolver la crisis a mayor velocidad. Ya sé que el anuncio de que una pandemia podía llegar estaba ahí y cuando se hizo realidad no teníamos ni mascarillas, y son esas cosas las que dan miedo.

«La única buena noticia es que Biden ha dicho que, si gana, EE UU volverá al Acuerdo de París»

- Justificado.

- Vivir tiene siempre un componente de riesgo. Nunca sabes lo que puede suceder cuando sales a la calle: puede alcanzarte el disparo de alguien o arrollarte un camión. En casos como el que estamos viviendo, hay que ser prudentes y tener preparados los mecanismos necesarios para curar si se produce algo así de nuevo.

- Usted puede hablar de eso con conocimiento directo.

- Y quiero subrayar el enorme valor de la sanidad pública, que es maravillosa incluso con los recortes sufridos en los últimos años, que habría que tratar de revertir. Tenemos que estar orgullosos de un sistema que, aquí como en otros sitios de Europa, atiende con carácter universal. En cambio, ya está viendo lo que sucede en otros lugares, donde la gente muere literalmente en la calle.

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